Imaginaros una fiesta de monos Rhesus. La cosa va mal, se les va de las manos y acaban en comisaría. El policía, al detenerles, pronuncia la manida frase: «Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra en un tribunal…». Si no fuese porque los macacos no montan fiestas multitudinarias y aún no se ha producido la primera detención seria a un primate por andar ebrio por la vía pública, el resto, podría ser cierto. El mono podría decidir y elegir de forma consciente entre hablar o guardar silencio según ha descubierto recientemente un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Tubinga (Baden – Württemberg, Alemania).

Cuando nos comunicamos, elegimos entre decir lo que pensamos, no decir toda la verdad, guardarnos algo de información en la manga o, sencillamente, guardar silencio. Los animales, en cambio, suelen emitir sonidos que muestran cómo se sienten en ese momento. De hecho, investigaciones anteriores parecían indicar que los primates emiten sonidos como acto reflejo a su estado de ánimo sin ser conscientes de ello.

En este experimento, publicado en Nature Communications, los investigadores enseñaron a los monos Rhesus a avisarles cuando una mancha apareciese en la pantalla. Mientras los macacos resolvían los puzzles, los investigadores tomaron mediciones de su corteza prefrontal (homóloga al área de Broca en el cerebro humano, que tiene un papel crucial en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión), con el fin de establecer las interacciones que se producían entre distintas áreas del cerebro y la activación de lo que podría ser el precursor del centro del habla.

Cuando los Rhesus veían la mancha en la pantalla y avisaban a sus examinadores, los investigadores observaron que las neuronas se activaban. En cambio, si los monos eran llamados de forma espontánea, estos no se ‘encendían’ y el macaco ‘pasaba ampliamente’ de responder. Por tanto, las células de su sistema nervioso solo se ‘ponían a trabajar’ cuando ellos lo decidían, independientemente que la comunicación o el estímulo fuese visual u oral. Es decir, instrumentalizan las vocalizaciones y deciden si las van a utilizar o no y de qué forma, una habilidad del comportamiento muy importante que nosotros utilizamos en el propósito de comunicarnos.

«Queremos entender los mecanismos fisiológicos que se dan en el cerebro y que conducen a la respuesta voluntaria a los diferentes estímulos y la producción también voluntaria de sonido, ya que juega un papel clave en la evolución de la capacidad del habla en los humanos» asegura Steffen Hage, uno de los investigadores, en la nota de prensa.

Esta investigación, revela también algo más de información sobre las bases neurobiológicas de la vocalización. De hecho, describe cómo las células neuronales en el cerebro catalizan la producción de sonidos vocales de forma controlada. Los hallazgos también podrían ayudar a los investigadores a comprender mejor los trastornos que se producen en este área del cerebro humano, que pueden producir trastornos graves del habla o incluso a la completa pérdida de éste en un paciente.

«¿Debo decir esto o me callo?» Al parecer no solo los humanos nos enfrentamos a este problema. A partir de aquí, esperemos no ver a ningún macaco en el cuartelillo.

Redacción QUO