Él hielo del Ártico se está fundiendo más rápido que nunca, y los países circundantes calientan motores para lanzarse a explotar los prometedores recursos que vaya poniendo a nuestro alcance. Principalmente, nuevas rutas marítimas y grandes cantidades de gas y petróleo, precisamente cuando empezamos a vislumbrar el agotamiento de los depósitos tradicionales de combustibles fósiles.

Pero no incluyen en los cálculos los efectos del calentamiento en el clima y la economía mundiales. Preocupados ante tal olvido, tres investigadores de las Universidades de Cambridge (Reino Unido) y Rotterdam (Holanda) han decidido cuantificar esos efectos y afirman estar convencidos de que “serán enormes, debido a que la región tiene un papel decisivo en el funcionamiento de los sistemas de la Tierra, como los océanos y el clima”.

Gail Whiteman, Chris Hope y Peter Wadhams publican en la revista Nature que solo el metano liberado al derretirse el permafrost situado bajo el Mar de Siberia Oriental, en la costa norte de Rusia, tendrá un coste económico de 60 billones de dólares. El valor de la economía mundial en 2012: 70 billones.

La liberación de ese metano adelantará entre 15 y 25 años la fecha en la que se esperaba que la temperatura media global subiera más de 2ºC por encima de los niveles preindustriales: a 2035 si no se toman medidas paliativas en las emisiones y a 2040 si éstas se reducen. Como consecuencia, aumentarán las inundaciones y los fenómenos climáticos extremos que, aunque afectarán a todo el planeta, incidirán especialmente a los países más pobres de Sudamérica, África y Asia.

Pero la sobredosis de metano saldrá cara, la factura de otros efectos del calentamiento, como la acidificación de los océanos y las alteraciones en la circulación oceánica y atmosférica, puede ser aún mayor. Para determinarla, habrá que crear y aplicar otros modelos económicos. Los autores aseguran que un estudio específico por países y sectores industriales podría determinar riesgos específicos, como el de inundación de países insulares o ciudades costeras como Nueva York, o el incremento de situaciones climáticas extremas en países de latitudes medias.

En su artículo, apelan al Foro Económico Mundial que “debe pedir a los líderes del mundo que tengan en cuenta la existencia de esta bomba económica en marcha y la antepongan a las ganancias a corto plazo que puedan obtener del transporte marítimo y las extracciones”.

Pilar Gil Villar