Que un biólogo, un alcalde y el dueño de un chiringuito se pongan de acuerdo sobre qué es la salud del mar se antoja complicado. Lo más probable es que el primero ponga el énfasis en aspectos como la biodiversidad, que el segundo busque asegurar el progreso económico de su localidad y que el último se centre en defender la salud de su propio negocio. Afortunadamente, los conflictos que surgen de las distintas posturas cuentan con una nueva herramienta para la reconciliación. Se trata de un nuevo índice que mide del 1 al 100 la salud del mar, con la peculiaridad de que las actividades de las sociedades humanas constituyen una parte inseparable del resultado final.

La nota media a nivel mundial, que hoy se ha dado a conocer en la versión digital de la revista Nature, es de 60 sobre 100, una cifra muy similar al 58 obtenido por España. Para llegar a estos resultados, más de 30 colaboradores de universidades, organizaciones sin ánimo de lucro y agencias gubernamentales han aportado información para puntuar diez aspectos de carácter ecológico, social, económico y político de 171 países.

“El océano juega un papel crítico de apoyo del bienestar humano, desde la provisión de comida, de modos de ganarse la vida y de oportunidades de ocio hasta la regulación del clima global”, recuerdan los investigadores en su artículo. Por eso este índice da igual peso al apartado Biodiversidad que al de Turismo, e iguala la importancia del de Protección costera y del de Provisión de alimentos. El resultado puede ser determinante a la hora de cifrar el éxito de las políticas desplegadas por cada país respecto al uso que hacen de sus recursos marinos.

La perspectiva con la que se elabora el índice es muy importante porque, nos guste o no, las decisiones políticas no se caracterizan por la búsqueda exclusiva de las aguas más transparentes. “Tendemos a olvidar que las personas son parte de los ecosistemas, desde los desiertos más remotos a las profundidades marinas. El Índice de la Salud del Océano es único porque incluye a las personas como parte del ecosistema oceánico. Así ya no somos solo el problema, sino también una parte grande de la solución”, según el ecologista de la Universidad de California Santa Bárbara Ben Halpern, quien ha participado en la tarea de la Universidad para elaborar los diez valores que determinan la salud marina.

Por otra parte, esta iniciativa destapa las desigualdades de desarrollo de los distintos países. Solo un 5 por ciento puntuaron por encima de 70, mientras que el 32 por ciento no llegó a los 50 puntos. Resulta que los países que alcanzaron cifras más altas disfrutan de un nivel de desarrollo económico y político más alto, mientras que los que tienen perores condiciones sociales también alcanzaron puntuaciones inferiores.

Andrés Masa Negreira