Llegan con la subida de la marea y se instalan en la orilla. Pero, tras su aparente discreción, las algas desencadenan una auténtica revolución al convertirse en un puente temporal entre los ecosistemas terrestre y marino.

El fenómeno, descrito en la revista Ecology por un equipo internacional encabezado por el ecólogo David Spiller, de la Fundación Nacional de la Ciencia (EEUU), ha sido observado en experimentos realizados durante un año en algunas islas tropicales de las Bahamas.

Los primeros en beneficiarse de las algas son criaturas como las pulgas de playa, que se alimentan de ellas, y algunos pequeños crustáceos que las convierten en sus nidos de cría. Ambos invitados atraen a su vez a arañas y lagartos, encantados de variar su dieta aderezándola con productos del océano. Como consecuencia del festín, la abundancia de lagartos en las zonas estudiadas aumentó en un 63% de media.

Además, las plantas terrestres de la zona también se ven afectadas por la novedad: la descomposición de las algas aporta al suelo nutrientes que disparan su crecimiento. Las observadas por Spiller y sus colegas crecieron un 70% más que las de zonas sin algas. Aunque no todo son buenas noticias para ellas. Al perder la atención de los lagartos, los insectos devoradores de hojas se despliegan por la vegetación a sus anchas y la diezman.

Para llevar más allá la observación de las interacciones entre los ecosistemas, los autores añadieron el estudio de un elemento más: las hormigas. Normalmente, la especie estudiada sustituye por las noches a los lagartos en su persecución de insectos hervíboros, sin darles un respiro. Pero, según explican los investigadores en otro artículo publicado en Science, las hormigas también prefieren comerse a las criaturas que acuden a las algas y dejan a las plantas completamente desprotegidas.

La investigación de todos estos procesos ecológicos resulta especialmente importante en el marco del calentamiento global, ya que es muy probable que con él aumenten la frecuencia de tormentas y la presencia de nutrientes en el agua. Ambos factores contribuirán a la proliferación de las algas, reforzada también por la disminución de los peces que se las comen, cada vez más presionados por la sobrepesca.

Pilar Gil Villar