Un pájaro se pasa horas lanzando guijarros al aire, pero no sabemos si está pasando el rato o afinando su coordinación garra-ojo. Gordon Burghardt, experto en conducta animal de la Universidad de Tenessee, define el juego como una conducta sin propósito de supervivencia, como una recompensa en sí misma practicada por un animal satisfecho y tranquilo.

Fiesta en la selva

Según esta definición, el mundo animal está plagado de luchas amistosas. La diversión está bien documentada en pájaros de cerebro grande, como los cuervos y halcones, que se pelean entre sí y lanzan y capturan objetos por puro placer. Para otros animales, los datos son más difusos, a menudo basados en una sola observación, pero sugieren que el juego más allá de aves mamíferos es un fenómeno posible.

Un dragón de Komodo del Zoo de Washington juega al tira y afloja con sus cuidadores, y las tortugas de caparazón blando de otros zoos empujan pelotas con su hocico y nadan atravesando aros. Los pulpos en estado salvaje se entretienen en el laboratorio agarrando juguetes o pasándolos con los tentáculos. Otro estudio ha analizado los simulacros de lucha entre avispas.

«Se ha observado a las avispas y a los peces en pleno juego», dice Sergio Pellis, estudioso de la conducta animal en la Universidad de Lethbridge, en Alberta. «Comprobamos que el juego no es privativo de los animales inteligentes y de grandes cerebros«.

Redacción QUO