En días de calor extremo, la gran preocupación para cualquier persona que tiene mascota es adivinar si lo sufren igual que los humanos o si su termostato es diferente al nuestro. Consultamos con José Ballester Dupla, veterinario de la Clínica Veterinaria Velázquez, y sus primeras palabras no alivian demasiado: “Las personas regulamos la temperatura a través de la piel, cuando nos sube generalmente sudamos. Los perros no disponen de glándulas sudoríparas y, por lo tanto, no pueden perder calor a través de su piel”.

No obstante, la naturaleza les ha dotado de su propio mecanismo para controlar el exceso de temperatura a través de la respiración. Por eso, cuando tienen fiebre los vemos jadeando y con respiración agitada. “Además de las vías respiratorias, las almohadillas de sus extremidades también pueden contribuir a la termorregulación aunque de una forma menos eficaz”, explica.

Las razas braquicéfalas, que generalmente tienen una mayor predisposición a padecer patologías respiratorias, lo soportan especialmente mal y sufren más frecuentemente golpes de calor. Algunas de las más comunes son bulldog inglés, boston terrier, bulldog francés, pekinés o bóxer. Para todos ellos, el aumento de las temperaturas es muy peligroso, ya que les obliga a aumentar el jadeo y, como consecuencia, generan un mayor estrechamiento e hinchazón de las vías respiratorias, provocando además ansiedad y estrés. Salir a hacer ejercicio con ellos puede ser bastante imprudente.

El riesgo es también mayor para perros y gatos de más edad, con patología cardiorrespiratoria y animales obesos. En cualquier caso, debe evitarse el exceso de ejercicio o los paseos muy prolongados. “Con una ola de calor es conveniente que saquemos a nuestras mascotas por la mañana a primera hora, antes de que empiece a calentar el sol. y por la tarde a última hora, cuando la temperatura no es tan alta”, indica Ballester Dupla. Aconseja tener siempre a su alcance agua limpia y fresca y, si vamos al campo, llevar un recipiente para ellos.

El experto recuerda, además, que no se deben dejar nunca a las mascotas en el interior del coche, ni siquiera cuando quede aparcado en la sombra o en el aparcamiento de un supermercado. “Los coches, incluso en la sombra, alcanzan unas temperaturas peligrosas para nuestros animales pudiendo provocar un golpe de calor, aunque no estén al sol”. En caso de encontrar un perro encerrado en un automóvil a altas temperaturas, lo primero que debe hacerse es poner los hechos en conocimiento de los agentes, para que ellos actúen de la manera que consideren adecuada.

Marian Benito