Si algo nos enseñó Parque Jurásico es que los velocirraptores aprenden rápido a abrir puertas y que los mosquitos se pueden quedar fosilizados durante más de 100 millones de años en ámbar. Lo que no contaban en la mítica película de Spielberg es que, en contadas ocasiones y de forma excepcional, se pueden encontrar restos de vida marina también atrapados en ámbar.

Lo que contamos hoy es uno de esos casos especialmente poco habituales donde se encuentra un ámbar único en su especie, ya que un grupo de investigación internacional liderado por el profesor Wang Bo, del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, de la Academia de Ciencias China (NIGPAS, por sus siglas en inglés), ha encontrado el primer amonites conocido atrapado en ámbar.

El amonites, una especie de animal marino, quedó atrapado en un ámbar hace 99 millones de años encontrado recientemente en el norte de Myanmar. Este ámbar, que mide 33mm de largo, 9,5mm de ancho y 29mm de alto, encierra un conjunto de diversos organismos que habitaron tanto en la tierra como en el mar. Incluyen al menos 40 animales diferentes además de la amonita, como ácaros, arañas, escarabajos, moscas, caracoles de mar y otros crustáceos.

Pero, ¿cómo es posible que un amonites, un pariente de calamar extinto que habitan en el mar, se conserve en un pedazo de ámbar que también contiene animales terrestres? Las conchas de amonites y caracol de mar ofrecen posibles pistas.

Todas las conchas están vacías y no tienen tejidos blandos, por lo que los organismos murieron hace mucho tiempo en el momento en que fueron envueltos por la resina. La capa exterior del amonites está rota y la entrada de la cubierta está llena de arena.

La explicación más probable para la aparición de organismos marinos y terrestres dentro del ámbar es que una playa de arena cubierta de conchas se ubicó cerca de árboles productores de resina. Los insectos voladores quedaron atrapados en la resina mientras aún estaba en el árbol. A medida que la resina caía por el tronco, atrapaba organismos que vivían cerca del pie del árbol. Al llegar a la playa, sepultó las conchas y atrapó a los animales que vivían allí.

Esther Sánchez