Kuznetsk es una cuenca fluvial en el sudoeste de Siberia con uno de los mayores yacimientos de carbón del planeta, que abarca unos 26.000 kilómetros cuadrados, con una profundidad de unos 1.800 metros. Esta zona es el hogar para poco más de 2 millones y medio de personas, la gran mayoría familias cuyo único modo de vida son estos negocios, pero la sensación de que viven en constante peligro ha saltado a la prensa esta semana con la llegada de la «nieve negra».

Un artículo publicado en «The Guardian» alertaba de que el mantenimiento inadecuado de varias fábricas dedicadas a la extracción del carbón había lanzado al aire cantidades incontroladas de polvo tóxico. Este, en lugar de desaparecer había quedado suspendido en los copos de nieve que han estado cayendo sobre el suelo estas últimas semanas manchándolo todo de negro. Aquí podéis ver un vídeo de cómo ha quedado la zona, como si hubiera estallado un volcán y habría cenizas por todas partes.

A pesar de la sorpresa inicial en el resto del mundo, los habitantes de la cuenca de Kuznetsk están más que acostumbrados a esta situación «meterorológica», lo que demuestra que las fábricas que allí operan no siguen adecuadamente la normativa de control de sus escapes. De hecho, un ciudadano de la localidad se lo explicaba al diario británico: «Durante el invierno es más difícil encontrar nieve blanca que negra. Hay mucho polvo de carbón en el aire todo el tiempo, pero se hace más visible cuando nieva. El resto del año no se ve, pero está ahí».

Este polvo es tóxico. De hecho, la esperanza de vida para quienes viven en esta zona de Siberia es de 3 a 4 años menor que para el resto de personas del país, y tienen el doble de posibilidades de contraer tuberculosis y de que los niños sufran problemas mentales. Para que os hagáis una idea de hasta dónde ha llegado el problema, el Gobierno local fue acusado de «tintar» de blanco las zonas donde era más evidente la nieve negra. Todo un circo.

Desde el Reino Unido, ya avisan que harán boicot al carbón que se importe desde allí hasta que no se cumpla la normativa, ya no solo con respecto a los ciudadanos, sino también con el medio ambiente. Pero eso, ya sabemos, que es algo bastante complicado. Así que la solución pasaría por tratar de buscar nuevas formas de energía mucho más ecológicas y que no afecten a la salud de los seres vivos.

Fuente: Live Science

Alberto Pascual García