Los quetognatos son depredadores marinos. Aunque, a diferencia de otros como los tiburones, es difícil verlos a simple vista. Y eso que están presentes en todos los mares y océanos de nuestro planeta. Porque son una especie de gusanos que miden entre dos milímetros y unos pocos centímetros, y se confunden entre el plancton oceánico.

Estas criaturas se caracterizan por unas llamativas púas que sobresalen de su boca y que les sirven para agarrar a sus presas, motivo por el que se las conoce como «gusanos flecha». Los quetognatos existen desde, al menos, el período Cámbrico, es decir, desde hace 540 millones de años. Pero, hasta la fecha, los científicos nunca habían sabido muy bien como encajarlos en el árbol de la evolución.

La tendencia más aceptada era la que los incluía en el grupo de los deuterostomos, uno de los dos en los que se dividen las criaturas que presentan simetría bilateral y al que pertenecen muchos moluscos y gusanos planos. Tal creencia se basaba, sobre todo, en el hecho de que los gusanos flecha poseen un intestino que nace en su parte trasera y termina en la boca, como la mayoría de los miembros de este género.

Pero, ahora, un equipo del Institute of Science and Technology Graduate University de Okinawa ha descubierto que esa idea era errónea. Los investigadores japoneses han analizado otra de sus principales características: su mandíbula. Pero también su material genético. Y han llegado a la conclusión de que el gusano flecha se asemeja más a algunas especies pertenecientes al otro subgrupo de criaturas bilateralmente simétricas, los llamados protoestomos. Así que, según los autores del estudio, sería mas apropiado clasificarlos en dicho grupo.

Fuente: EurekAlert.

Vicente Fernández López