Los sapos de caña (Rhinella marina) están dotados de un sistema de supervivencia difícil de detectar a simple vista. En su fase de renacuajos liberan al agua unas sustancias químicas capaces de dañar gravemente, e incluso destruir, los huevos de su propia especie. La estrategia ha sido descubierta por los investigadores australianos Michael Crossland y Richard Shine, de la Universidad de Sydney (Australia), que han publicado sus resultados en Biology Letters.

En su estudio han comprobado que los huevos de sapos de caña depositados cerca de renacuajos de esa especie tenían un 40% menos de posibilidades de desarrollarse que los que crecen sin compañía. Además, los renacuajos que sobreviven al efecto de sus vecinos alcanzan una masa corporal un 41% menor de lo habitual. Todo ello con sólo 72 horas de exposición al veneno. Según nos cuenta Richard Shine en correo electrónico, “sabemos que los renacuajos tienen células de la piel especializadas en liberar sustancias químicas y sospechamos que están involucradas en este proceso, pero aún tenemos que realizar estudios para identificar tanto sustancias, como el mecanismo”.

Los experimentos que han conducido a este hallazgo forman parte de una investigación más amplia sobre la comunicación química en esta especie, con la que se espera encontrar nuevas formas de controlar la preocupante plaga de sapos de caña que afecta a Australia. Dado que las sustancias “ovicidas” no parecen afectar a la puesta de otras especies nativas, el mecanismo recién descubierto podría suponer una nueva vía para atajar la invasión.

Aunque se conocen especies cuyos renacuajos liberan sustancias químicas que influyen en otros, “es la primera vez que se registra un caso en el que esas sustancias afecten a los huevos”, declara Shine.

Pilar Gil Villar