Los niveles de yodo radiactivo en las aguas próximas a la central de Fukushima-1 superan 4.385 veces el límite legal. Así lo señalan las mediciones realizadas recientemente por la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón. La radiactividad estaría por lo tanto creciendo: ayer las muestras tomadas a 330 metros al sur de un desagüe cercano a los reactores 1 a 4 de la central superaban 3.355 veces el tope legal.

Por ello, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) va a enviar a un experto en medio ambiente marino a Japón para analizar las aguas frente a la central nuclear de Fukushima-1.

La pregunta es por tanto evidente: ¿peligra la salud y el medio ambiente de la zona afectada? El director general de la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, Hidehiko Nishiyama, afirma que no supone un riesgo para la salud, al argumentar que la población de 20 kilómetros a la redonda ha sido evacuada.

En cuanto a los peces y otras criaturas del mar, es improbable que salgan perjudicados de forma grave por las fugas radiactivas, incluso en las zonas más contaminadas. James Smith, un físico del medio ambiente en la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) que estudió los peces en la zona después del desastre nuclear de Chernobil, señala que el pescado en los tres lagos de agua dulce dentro de la zona de exclusión se contaminaron con cesio radiactivo, pero no mostraron problemas de salud evidentes. No obstante, Smith recuerda que algunos peces nacieron con algún tipo de anormalidad reproductiva que pudo haber sido causada por la radiación.

Sin embargo, desde Ecologistas en Acción se afirma que estas fugas radiactivas al océano podrían tener un impacto impredecible y quizás a largo plazo en la vida marina delante de la central.

Redacción QUO