Es el nombre islandés que reciben las enormes corrientes de agua que se desatan en los glaciares cuando se derriten. Pero ahora se usa en general para todos los fenómenos derivados de cambios bruscos en los glaciares, como grandes desprendimientos, aludes y corrientes bajo el hielo.

Los vimos hace poco tras la erupción del volcán Eyjafjalla (Islandia), cuyas cenizas mantuvieron colapsado el tráfico aéreo. El calor del magma desencadenó derretimientos del hielo bajo el que se asentaba. El Gobierno islandés tuvo que evacuar una población de 800 personas cercana al volcán para salvarla de las inundaciones que provocó el Eyjafjalla.

Redacción QUO