Si quieres viajar en el tiempo y no tienes en cuenta el movimiento de la Tierra, puedes sufrir una muerte horrible en un lugar inesperado

¿Te gustaría viajar al pasado para ver a los dinosaurios? ¿O al futuro para saber cómo termina la pandemia? Pues sentimos decirte que si usas una máquina del tiempo morirás al instante y te vamos a contar por qué.

El planeta en el que habitamos, aunque no nos demos cuenta, no para de moverse. La Tierra gira sobre su propio eje dando lugar a los días y a las noches. A pesar de que la Tierra tarda 24 horas en completar un giro sobre sí misma, debido a su gran tamaño, su velocidad de rotación en el ecuador es de más de 1.670 km/h.

La Tierra no solo gira sobre su propio eje, también está dando vueltas alrededor del Sol. La órbita que dibuja nuestro planeta mide aproximadamente 930 millones de kilómetros. Por este motivo la Tierra debe moverse a una velocidad media de 107.280 km/h para recorrer esta distancia en 365 días. Además, nuestro sistema solar se desplaza a través del espacio.

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En resumen, la Tierra está en constante movimiento y este fenómeno debería preocuparnos como viajeros del tiempo. Nuestra máquina del tiempo no solo tendría que ser capaz de teletransportarse al pasado o al futuro, sino que también debería tener la puntería de aterrizar en la Tierra.

¿Qué pasaría si nos teletransportáramos al pasado, aunque solo sea un minuto? En ese tiempo la Tierra se ha movido casi 1.800 kilómetros alrededor del sol. Si el viaje nos lleva más atrás en el pasado hacia delante en el futuro terminaríamos perdidos en medio del espacio.

¿Qué le ocurre al cuerpo humano si sale al espacio sin la protección adecuada? La temperatura en el espacio es extremadamente baja, se estima que cercana al cero absoluto, de unos 270ºC bajo cero, por tanto nos congelaríamos rápidamente.

Por último, en el espacio tampoco hay oxígeno por lo que sería imposible respirar y quedaríamos inconscientes rápidamente, lo cual sería una ventaja teniendo en cuenta el horror que viene después.

La presión atmosférica a la que está sometido nuestro cuerpo en la Tierra desaparece, con lo que los gases de nuestro interior se expandirían. Los fluidos corporales al ser expuestos al vacío tienen una temperatura de ebullición mucho menor y comenzarían a transformarse en gas que saldría por todos nuestros orificios.

Incluso si nuestra máquina consiguiera calcular exactamente el lugar donde se encuentra la Tierra en el momento al que queremos viajar, debería ser capaz de igualar su velocidad. Sería como intentar subirse a un tren que está en marcha, aunque una versión mucho más extrema.