Las agujas del Reloj del Juicio Final, que marca el tiempo que falta para el fin del mundo, se mantienen a 100 segundos de las campanadas de medianoche, igual que el año pasado

Si la civilización desapareciera a medianoche, ¿cuánto tiempo nos quedaría para que sonaran las campanadas? Esto es lo que calcula el Reloj del Juicio Final (Doomsday Clock), una metáfora de lo cerca que está la humanidad de la autodestrucción.

Queda atrás un año que por sus acontecimientos parece no haber terminado todavía. La COVID-19 sigue dejando miles de muertos en todo el mundo y, aunque parezca difícil de creer, no es el único suceso que ha puesto en peligro a la humanidad entre 2020 y 2021.

La posición de las manillas del Reloj del Juicio Final se calcula cada año en enero. Varios acontecimientos han hecho que el apocalipsis esté igual de cerca que el año pasado. Entre ellos, la primera ocupación hostil del Capitolio de los Estados Unidos desde 1814; un récord en las concentraciones de gases de efecto invernadero; la aceleración de programas nucleares, o la desinformación y las fake news durante la pandemia.

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A causa de estos eventos excepcionales, y porque los acontecimientos positivos no han sido suficientes para contrarrestarlos, el Reloj del Juicio Final sigue a 100 segundos del final de los tiempos. El Boletín de Científicos Atómicos (BAS, por sus siglas en inglés), la organización que creó el metafórico reloj hace 75 años, decidió el miércoles que las agujas del 2021 se mantendrían como las del año pasado.

¿Qué es el Reloj del Juicio Final?

El Reloj del Juicio Final utiliza la imagen del apocalipsis (que se produce a medianoche) y el lenguaje contemporáneo de la explosión nuclear (con una cuenta atrás desde cero) para alertar a la humanidad de lo cerca que está de destruir el planeta.

Para decidir la hora del reloj cada año, el Consejo de Ciencia y Seguridad del BAS consulta a la Junta de Patrocinadores del Boletín que cuenta con 13 premios Nobel.

En 1947, cuando el reloj se creó, el mayor peligro para la humanidad eran las armas nucleares. El reloj estaba a 7 minutos de la medianoche. En 1991, tras el final de la Guerra Fría, las agujas estuvieron más lejos que nunca del juicio final, a 17 minutos. En comparación, 2020 y 2021 son los años en los que la humanidad se ha encontrado más cerca de la autodestrucción.

¿Por qué la humanidad está tan cerca del juicio final?

Para el comité científico del BAS los avances en armamentística nuclear y el cambio climático son las principales amenazas para la seguridad humana.

Los países con mayores arsenales nucleares continúan con sus progresos y esto ha provocado que en 2020 aumentase la posibilidad de que el mundo sufriera una guerra nuclear, observan los científicos.

Sin embargo, se considera que en 2020 hubo algunos avances positivos, en particular la elección de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. Recientemente el país ha vuelto al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. También ha renovado el acuerdo New START, por el que Estados Unidos y Rusia limitan su despliegue armamentístico durante cinco años.

Además, la administración de Biden tiene como objetivo que Irán vuelva al Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), el acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Irán del que Donald Trump se retiró en 2018.

A esto se suma el dato positivo de que el pasado 22 de enero entró en vigor el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares tras su ratificación por parte de más de 50 países. Sin embargo, los países que disponen de armas nucleares, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia o los países de la OTAN, entre los que está España, no firmaron el tratado.

2020, un mal año para el clima mundial

El año 2020 fue el más cálido de la historia debido a las concentraciones de gases de efecto invernadero, solo detrás de 2016. Aunque las emisiones de CO2 disminuyeron un 17% durante los primeros meses de la pandemia, el año terminó sólo con un 4% menos de emisiones que el año anterior. A pesar de que se redujo el uso de carbón y aumentó el de energías renovables, siguen sin existir políticas para reducir el consumo de combustibles fósiles.

Los incendios masivos originados en partes de América del Norte y en Australia han contribuido a que 2020 fuera un año de impactos ambientales severos. A esto se suma la fuerza de ciclones tropicales, que ha sido la más activa desde 2005, y las fuertes lluvias que estos produjeron.

Por otro lado, el aumento del nivel del mar puede afectar a grandes zonas habitadas, y los efectos del calentamiento y la acidificación de los mares que absorben dióxido de carbono de la atmósfera, aceleran la destrucción de arrecifes de coral y los ecosistemas que dependen de ellos.

Las fake news nos acercan a la medianoche

En junio del año pasado la Organización Mundial de la Salud organizó una conferencia para tratar la “infodemia”, la sobreabundancia de información, tanto rigurosa como falsa, que se produce durante una epidemia.

Los científicos del BAS aseguran que la infodemia producida por la COVID-19 ha contado con intentos deliberados de difundir información errónea y desinformación, lo que ha llevado al caos social y a muertes innecesarias en muchos países.

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Las tecnologías de la información “han explotado la propensión humana a dejarse engañar y enfurecer para reaccionar impulsivamente”, según afirman los investigadores. Las consecuencias podrían ser mucho más graves ante una crisis nuclear.

Los científicos apuntan que la información durante la pandemia de COVID-19 se “dividió siguiendo líneas ideológicas, con el partidismo sustituyendo a menudo a la ciencia como justificación de las medidas de salud pública”. El comité no ha dejado de recalcar como mayores culpables de esta situación global a los gobiernos nacionales por “errar en la protección de la seguridad de sus ciudadanos”.

Según los autores, la pandemia no ha hecho más que demostrar que ni los gobiernos ni las organizaciones están preparados para gestionar aquellos elementos que suponen una amenaza existencial para la humanidad. Los gobiernos deberían promover reformas de amplio alcance “ante una señal inequívoca de que algo mucho peor puede ocurrir”.

REFERENCIAS

This is your COVID wake-up call: It is 100 seconds to midnight