El jinete sin cabeza no habría aguantado mucho encima del caballo, la consciencia de una cabeza cortada solo dura unos minutos

Las crónicas históricas están llenas de horripilantes relatos de cabezas que intentan hablar después de haber sido cortadas por el hacha del verdugo o la guillotina. Ana Bolena y el asesino de Jean-Paul Marat entre otras muchas.

El líder de los jacobinos durante la revolución francesa, Jean-Paul Marat, fue asesinado en su bañera por Charlotte Corday, simpatizante de los girondinos, la facción rival. La asesina fue apresada y guillotinada cuatro días más tarde.

Según cuenta la historia, un hombre llamado François le Gros levantó la cabeza decapitada de Corday y la abofeteó. Los testigos afirmaron que la cara cambió de expresión y se sonrojaron las mejillas.

Ana Bolena, esposa de Enrique VIII de Inglaterra, terminó decapitada por traición en medio de la reforma religiosa en su país. De nuevo los testigos dijeron que la cabeza separada del cuerpo intentó hablar después del hachazo. ¿Es esto posible?

El cerebro es uno de los órganos que mayor gasto energético supone en el cuerpo, un 20% del total, y por tanto, la misma proporción de oxígeno que debe suministrar la sangre. Cuando se cortan los vasos sanguíneos que alimentan la cabeza, se corta también el suministro de oxígeno y glucosa que el cerebro necesita para sobrevivir.

Algunos estudios han detectado actividad en el cerebro hasta 30 minutos después de que el corazón se pare

Esto quiere decir que el cerebro solo dispone del oxígeno presente en la sangre que hay en el cerebro, pero eso no dura demasiado tiempo. En cuanto al movimiento, solo sería posible en los músculos de la cabeza, como por ejemplo los que mueven los ojos o la boca, ya que los nervios que activan esos músculos todavía estarían conectados al cerebro.

Las decapitaciones ya no son habituales en el mundo (afortunadamente) así que los únicos datos modernos de que disponemos son los testimonios de personas que han estado a punto de morir, por ejemplo, de una parada cardíaca, durante la cual el suministro de oxígeno al cerebro se corta, y han sobrevivido.

Todo indica que aunque el corazón esté parado, el cerebro sigue siendo consciente de lo que ocurre alrededor, incluso cuando no haya señales de consciencia. Algunos estudios han detectado actividad en el cerebro hasta 30 minutos después de que el corazón se pare, detectando ondas delta, las mismas presentes en los estados de relajación y sueño profundo.

Lo más interesante es que justo antes de la muerte se produce una “ola” de actividad frenética en el cerebro que se traduce en un estado de conciencia elevado, y que podría explicar las experiencias de las personas que han estado cerca de la muerte.

Hay un caso comprobado en el que el sujeto decapitado, Mike, vivió sin cabeza durante 18 meses. El hachazo no cortó la yugular, que se cerró con un coágulo, y partes del tronco encefálico permanecieron intactas, permitiendo el control motor. Lo único es que Mike era un pollo. En este caso, un pollo sin cabeza.