El origen de los insultos machistas es más sorprendente de lo que imaginas. Ser un pendón desorejao o más puta que las gallinas no es exactamente lo que parece

Todos hemos oído gritar simplezas como “¡vete a fregar!” a jugadoras de fútbol, pero lo cierto es que con un idioma español tan rico en palabras malsonantes, tacos e insultos (solo hay que mirar en Twitter para comprobarlo) los insultos específicamente machistas a menudo parecen significar una cosa, pero provienen de otra.

No es porque las gallinas sean promiscuas

Por ejemplo, cuando se le dice a alguien que “es más puta que las gallinas” se podría pensar que estas aves tienen una especial promiscuidad con los gallos, en comparación con otros animales más “castos”. Pero atribuir castidad o promiscuidad a un animal es absurdo, cada ser vivo tiene una manera diversa de reproducirse, de ahí la rareza de la expresión. Por el contrario, el origen se encuentra en la palabra latina “cubare” o sea yacer, estar acostado o acostada, incubar, que es lo que hacen las gallinas. ¿Y quiénes trabajan acostadas?: las prostitutas. Del mismo verbo procede concubina, que es “la que se acuesta”.

Porque en realidad los insultos machistas tienen todos la misma intención: apropiarse del cuerpo de las mujeres y de su sexualidad, acusarlas de manejarse de manera deshonesta, sean casadas, solteras o se vendan por dinero, o lo que es lo mismo, de decidir sobre su cuerpo. De ahí los numerosos sinónimos y aplicaciones constantes de la palabra puta, que tienen orígenes históricos.

Ramera viene de rama

Ramera, por ejemplo. Desde finales de la Edad Media, las tabernas se señalaban en la puerta con unas ramas, para distinguirlas de las casas de vecindad. A menudo, los clientes pedían que se les “alquilara” una mujer y de ahí viene la palabra que se usó por primera vez escrita en “La Celestina” (finales del siglo XV), de Fernando de Rojas. “Esta mujer es marcada ramera, según tú me dijiste, cuanto con ella te pasó has de creer que no carece de engaño. Sus ofrecimientos fueron falsos y no sé yo a qué fin.”

 

Pendón desorejao o pendón verbenero

Aunque más discutido, muy parecido es el origen de la palabra pendón, que en su primera acepción es una bandera, un  estandarte. Lo más normal es identificar el término con las telas o banderines o pendones que se colocaban en las puertas de los prostíbulos, lo mismo que ahora se coloca una luz roja para marcarlos. Pero otros opinan que procede del francés “penon” o pluma de ave, que ondea al viento lo mismo que las banderas. Incluso tiene que ver con un castigo tradicional que era pringar con brea a los que se portaban mal (de ahí viene “pringado”) y emplumarlos, y a más sadismo cortarles las orejas. De ahí “pendón desorejado”, que es lo peor de lo peor y es curioso que aunque suele marcar a las mujeres no se dice en femenino: pendona. En Madrid se llamaba “pendón verbenero” a las que aprovechaban los bailes y verbenas para establecer relaciones.

Pelandrusca era un castigo

Un momento de la acción artística 'Yo soy. Memoria de las rapadas'.

Un momento de la acción artística ‘Yo soy. Memoria de las rapadas’.

Para definir a las mujeres consideradas “descarriadas” se utilizaba en el “Diccionario de Autoridades”  de 1737 la palabra pelandusca, que venía de un castigo que se ha aplicado en casi todas las guerras, como la Civil española, que era la de marcar a las personas rapándolas el pelo al cero. La Academia ha aceptado “pelandrusca” incluso como forma despectiva y coloquial.

La palabra prostituta es una de las que más sinónimos tiene en el idioma castellano o español

Desde “fulana”, que viene del árabe “fulàn”, o sea, una persona cualquiera, que tiene una connotación distinta dicha en femenino y en masculino. Lo mismo que zorra y zorro, Pancracio Celdrán en el “El gran libro de los insultos”, documenta como insulto el de zorro para significar holgazán ya en el siglo XIII “donde por extensión pudo predicarse de la mujer que se entrega por dinero». Conclusión: eres puta porque eres vaga. Sin embargo, lo más probable es que su etimología proceda de la voz del árabe “surriya” (concubina) y no tenga que ver con el animal.

La expresión «No hay Clara que no sea puta», viene de las monjas clarisas que acogían a madres solteras

Hay algunas expresiones rarísimas en castellano en las que se ve un machismo latente que viene de muy antiguo. Por ejemplo: bordiona como sinónimo de prostituta. Bordiona era la que estaba en un burdel (palabra de origen occitano), pero también es burda o basta y por otro lado “burdus” para los romanos antiguos eran los hijos bastardos. Así que es difícil a veces rastrear esos términos. Por ejemplo la expresión muy antigua. “No hay Clara que no sea puta”, viene de las monjas clarisas que acogían a madres solteras, que llamaban Clara a sus hijas, eran los beaterios donde iban las “arrecogías”, en uno de ellos estuvo presa Mariana Pineda.

Hacer la pelota tiene que ver con la prostitución

Ciertas expresiones antiguamente machistas van cambiando su significado, como “hacer la pelota”. LA RAE recoge en la acepción número 8 coloquilamente de la palabra “pelota” la de prostituta. La pelota va de mano en mano, como las mujeres “de mala vida” (otra expresión curiosa) y dirigirse por la calle a los hombres halagándoles es lo que se supone que hacían las prostitutas para atraer clientes. Pelota, ramera, zorra… Podemos casi asegurar que no hay colectivo peor tratado por el idioma español que el de las mujeres que usan su cuerpo y se extiende este desprecio a todas las que creen que su sexualidad no tiene dueño.

La RAE mantiene el diferente significado entre hombre público y mujer pública o entre un cualquiera y una cualquiera

Cuando se le sugirió a la RAE corregir este tipo de lenguaje despreciativo para la mujer, como el diferente significado entre hombre público y mujer pública o entre un cualquiera y una cualquiera, tan solo accedió a revisar las voces que aludían por ejemplo a “alcaldesa” como esposa del alcalde. E incluyó en la séptima acepción de zorra el significado de prostituta añadiéndole “despectiva” y “malsonante”. La RAE ha rechazado las propuestas de eliminar algunos términos machistas con el argumento de que no establecen leyes sobre la lengua, sino que recogen lo que las personas hablan o escriben. Pero es también cierto que el lenguaje llamado inclusivo se va extendiendo y tendrán que acabar por aceptar algunas cosas, como que el masculino de las palabras no sea genérico para ambos sexos