Los vuelos suborbitales de los CEO de Virgin Galactic y Amazon son el anuncio del comienzo del turismo espacial. ¿Qué ofrecen realmente? ¿Por qué la NASA está interesada?

(Foto superior de Virgin Galactic)

En medio de un verano de medias tintas, ni paralizado por el coronavirus ni del todo abierto a las fiestas, los reyes universales del marketing han logrado colocar en todos los periódicos y medios de comunicación del mundo el vuelo de dos mega millonarios en una nave privada, con destino al borde del espacio, allí donde es posible experimentar la ingravidez, justo donde termina la atmosfera y la gravedad terrestre suelta un poco del hilo. Son el anuncio del comienzo del turismo espacial a gran escala.

Primero fue Richard Branson, el hombre que puso su anunció de Virgin Galactic sin pagar una libra por publicidad, dirigido a los mega millonarios, con dinero de sobra para poder desembolsar 23 millones de dólares por un vuelo que durará media hora, con unos 28 segundos de experiencia de ingravidez, y sin que por la ventana se vea mucho más de lo que ves en un avión.

“El sueño de mi vida”, dice Branson mientras le graba una cámara en el interior de su capsula espacial. Además de la venta de billetes, hay un interés que a nadie escapa, un contrato con la NASA.

Los millonarios en la carrera por el turismo espacial

Unas pinceladas sobre Branson: mal estudiante, empezó vendiendo periquitos y árboles de Navidad en los mercadillos de Londres.  Abrió una tienda de discos y un año después lanzó su sello discográfico: Virgin Records. ¿Su primer álbum a la venta? Tubular Bells, Mike Oldfield. Así comenzó a ganar millones y millones. En 1984 fundó su primera aerolínea, Virgin Atlantic Airways, le siguieron varias más, y llegó a Virgin Galactic vendiendo viajes suborbitales que solo pueden pagar los muy ricos. Y, de ahí, al espacio, o casi.

Nueve días después de que Richard Branson alcanzara la ingravidez en un avión de Virgin Galactic, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, sigue sus pasos a bordo del New Shepard, una nave fabricada por su compañía espacial Blue Origin.

En la tripulación del New Shepard viaja un joven millonario. Pero se cuenta poco que es un millonario “reserva”, porque el primero, el que compró su billete por 23 millones de euros, no llegó a pagarlo. Argumentó tener “problemas de agenda. Los rumores dicen que el millonario nunca existió, del mismo modo que los más de 600 que según Virgin Galactic han comprado ya su billete para convertirse en los primeros turistas en el espacio.

Lo cierto es que el millonario anónimo que viaja a bordo de la New Shepard no pagó tanto dinero, y se desconoce por cuánto le ha salido a final su aventura espacial.

En qué consiste un viaje al espacio

Una de las discusiones de estos días, es que hay quien considera que la hazaña de Richard Branson, Virgin Galactic, no puede considerarse realmente un viaje al espacio, porque no llegó a subir hasta los 100km de la Tierra donde, oficialmente, el espacio comienza. El gráfico muestra dónde se sitúa la línea de Karmán, y refleja la enorme distancia que la separa del lugar donde se encuentra la Estación Espacial Internacional, donde viajan los astronautas. ¿Por qué ese límite?

linea de karman

El límite que separa la atmósfera del espacio exterior está en la exosfera, que comienza a 690 kilómetros de altitud y termina a los 10.000. Pero no es ahí donde se establece el comienzo del espacio.

La frontera oficial es la línea de Kármán, situada a 100 kilómetros por encima del nivel del mar. Técnicamente, es el punto en el que una aeronave puede sustentarse por la fuerza centrífuga, es decir, el que le permite entrar en órbita y no necesitar las alas para mantenerse en el aire.

La línea de Kármán están situada en la termosfera, capa que se extiende hasta 500 kilómetros sobre la Tierra.

El primer vuelo suborbital conocido de algún artefacto construido por el ser humano fue el misil alemán cohete V2 construido en 1941 durante la Alemania nazi como arma de guerra principalmente contra Inglaterra.

El primer vuelo suborbital tripulado fue un triunfo de la antigua Unión Soviética en la carrera espacia. A bordo de la nave, en  1961, iba  el cosmonauta soviético Yuri Gagarin. El vuelo duró solo quince minutos

Por qué la NASA está interesada en los vuelos suborbitales

La NASA explica que estos vuelos podrían servirles para entrenamiento de sus astronautas, y también para llevar a cabo experimentos de micro gravedad y transportar personal cualificado. Lo que está en juego para las compañías privadas es que la NASA firme con ellos. Más allá de que los multimillonarios paguen por su asiento en el vuelo, lo realmente lucrativo sería firmar con la NASA un contrato.

El turismo espacial y el riesgo climático

¿Pero no estábamos todos a una para luchar contra el cambio climático? Mientras el mundo se pone en marcha para tratar de buscar medidas que frenen, o al menos no impulsen el rumbo desbocado del cambio climático, el turismo espacial aparece como un sueño demasiado costoso.

La  investigación muestra que el hollín que emiten los cohetes, y no sus emisiones de dióxido de carbono, son el mayor contaminante

Los tubos de escape de los cohetes podrían llegar a ser un importante factor contaminante en las próximas décadas y contribuir así al cambio climático global según un estudio de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos). La  investigación muestra que el hollín que emiten los cohetes, y no sus emisiones de dióxido de carbono, son el mayor contaminante.

Los autores de la investigación asumieron que con el incremento del turismo espacial suborbital en los próximos años, suponiendo que se alcancen los 1.000 vuelos suborbitales por año, tal y como han anunciado los promotores del desarrollo del turismo espacial, las partículas de hollín que los cohetes emitirán a la atmósfera a una altitud de alrededor de 40 kilómetros podrían contaminar las atmósfera durante años. Su presencia provocaría el calentamiento atmosférico mucho más que el dióxido de carbono emitido por los mismos cohetes.

El clima es especialmente sensible a este tipo de partículas y la atmósfera entera se ajustaría a su presencia, con un complejo patrón global de cambio.