Hoy, 12 de febrero, el biólogo, geólogo y naturalista Charles Darwin cumpliría 212 años, en este día de Darwin recordamos su impresionante legado, y por qué la teoría de la evolución funciona

Hace siglo y medio, ese señor con barba y gesto adusto de la foto nos hizo un enorme regalo. En 1859 Charles Darwin publicó un libro titulado «El origen de las especies» que originalmente se titulaba «El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida», lo cual explica bastante bien las ideas que contiene, pero no parece comercialmente muy viable hoy en día.

La idea de Darwin cambió para siempre la forma en la que vemos la vida en el planeta. Un principio que hoy en día parece tan sencillo e incontestable, que las mutaciones aleatorias hacen que algunas especies se adapten mejor a su entorno que otras, y que esas especies tengan más probabilidades de reproducirse, y que sin embargo causó una conmoción extraordinaria en su día.

Darwin nació en 1809 en una familia acomodada, hijo de un doctor y nieto de un famoso abolicionista que luchó contra la esclavitud. Pero sus primeros años de vida no fueron muy distinguidos. Le expulsaron de la escuela por su escaso rendimiento, y dejó sus estudios de medicina en  Universidad de Edimburgo porque le repugnaba trabajar con cadáveres. En palabras de su padre en una carta, «no te interesa nada más que disparar, los perros y atrapar ratas, y serás una desgracia para ti y toda tu familia».

En 1831, tras graduarse en Cambridge, Darwin se enroló como naturalista en un barco, el HMS Beagle, en un viaje de cinco años por Sudamérica. Durante su viaje desarrolló los conocimientos y métodos de trabajo que serían la base de toda su carrera científica. Sus observaciones, en particular sobre la variación de los pájaros que habitaban las distintas islas de las Galápagos, le dieron el primer indicio de lo que posteriormente se convertiría en El origen de las especies.

El origen del Origen de las especies

La idea de la evolución de las especies ya circulaba antes de que Darwin la pusiera en su obra y, a propósito, evitó hacer la afirmación explícita de que incluso los humanos habían evolucionado a partir de otras criaturas. Pero no tiene sentido pensar que si el resto de los seres vivos están sujetos a una ley de la naturaleza, los humanos nos podemos escapar de ella.

Darwin es un gigante de la ciencia, todo el campo de la biología evolutiva se basa en su obra, y ya en vida se le consideró uno de los mayores científicos de la historia. Con su obra marcó un nuevo rumbo que ningún trabajo científico posterior pudo ignorar. Se eliminó la ortodoxia cristiana que regía el avance de la ciencia, que solo consideraba la evolución teológica, el avance hacia la perfección divina.  Por primera vez, Dios salió de las ecuaciones, y de ahí en adelante, la ciencia voló libre.

Incluso la Iglesia se ha retractrado de su oposición inicial. La Iglesia de Inglaterra pidió disculpas por malinterpretar y animar a otros a malinterpretar las teorías de Darwin, y el Papa Francisco reconoció que «Dios no es un mago con una varita» y que la evolución y el Big Bang eran ciertas (aunque guiadas por Dios).

Aún hay mucha gente escéptica. Un apabullante 40% de los estadounidenses se declaran creacionistas, y solo un 22% cree que ningún dios tuvo nada que ver. Pero cuando una teoría explica perfectamente la realidad, y permite hacer predicciones certeras, ¿tiene sentido que haya un guía sobrenatural? No parece necesario, porque las teorías científicas se caracterizan fundamentalmente porque funcionan.

Las teorías que funcionan

La publicación de «El origen de las especies» despertó un enorme interés internacional y la primera tirada del libro se agotó antes de su aparición. Aunque muchos recibieron sus descubrimientos como un gran paso adelante, la obra también suscitó mucha oposición. A Darwin se le negó el título de caballero por la influencia de la Iglesia.

La selección natural no se convirtió en un principio ampliamente aceptado hasta la década de 1930. Pero una medida de su importancia en la historia es que tras su muerte, se convirtió en una de las únicas cinco personas fuera de la familia real británica que fueron enterradas en la Abadía de Westminster en el siglo XIX.

Hay quien pretende desacreditar la teoría de la evolución diciendo que es «solo una teoría». Pero en ciencia hay una diferencia clara entre hipótesis y teorías. Las teorías son las hipótesis que han demostrado una y otra vez ser ciertas, que han resistido los intentos de refutarlas. Las teorías son las hipótesis que funcionan.

Quienes piensen que la evolución de las especies es «solo una teoría» deberían plantearse también si la Teoría de la Gravitación Universal también está cuestionada, y en consecuencia podrían intentar salir de casa por su ventana del cuarto piso. O, por qué no, en estos tiempos de pandemia, cuestionar la Teoría del Origen Microbiano de las Enfermedades, e intercambiar fluidos con un paciente de ebola.

La evolución es el avance que más ha cambiado nuestra visión del mundo desde que nos dimos cuenta de que la Tierra no era plana. Darwin iluminó nuestro camino, y celebrando su día, defendemos también su legado.