El primer plástico sintético, la baquelita, se produjo en 1907. Así nació, más de 110 años atrás, la industria del plástico. Pese a ello fue necesario esperar hasta 1950 para que su uso despegara. Desde mediados del siglo pasado, hasta ahora, la producción anual de plásticos pasó de 2 millones de toneladas a más de 370 millones de toneladas en 2019. Para darse una idea, esta cifra equivale a dos tercios de la población mundial, en forma de basura. ¿Cuál es la alternativa sostenible al plástico? Algas, cítricos y cartón. 

Antes de 1980, el reciclaje y la incineración de plástico eran mínimos y se tiraba a la basura casi el 100%.  Desde entonces las tasas de reciclaje han aumentado menos de un 1% por año

El problema es que ya no basta con reciclar (produciremos un 20% más de plástico hasta 2050) hay que combinarlo con una evolución del uso de los plásticos. Y una de las industrias que más contamina en este sentido es la alimenticia. Solo en Estados Unidos, 130 millones de toneladas de envases de un solo uso se destinaron a alimentos, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) . Por ello “atacar” directamente este sector es fundamental para crear un entorno sostenible. Para comprender esto hablamos con uno de los mayores expertos en lo que será la nueva revolución Ignacio de Juan-Creix, director de innovación de VMLY&R.

“Estamos tratando de entender cómo es la piel de los productos – nos explica en conversación telefónica –. Estudiamos el envasado , packaking a través de algas, materiales inteligentes e incluso evitar el transporte de los suministros. Por ejemplo, Notpla ha creado envases biodegradables con algas y plantas para líquidos. Muchos proyectos parecen de ciencia ficción pero han sido validados, y vimos un cambio para hacer un sistema global respetuoso con el medio ambiente”.

Uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentan iniciativas como las que menciona Juan-Creix tiene que ver con los permisos para llevar a cabo estas iniciativas.

“Nos gustaría hacer el primer zumo embotellado en su propia piel – agrega Juan-Creix – , pero tardamos tres o cuatro años en obtener la validación. La idea es utilizar una molécula llamada limonelo. Solo con las pieles que se tiran se podría hacer un plástico biodegradable. Un supermercado medio tira durante la semana unos 250 kilos de materia entre lunes y jueves y el fin de semana entre 500 y 800 kilos. En total hasta 4.000 kilos por mes con los que se podría hacer envases biodegradables”.

Y eso solo un supermercado. Pero el equipo de VMLY&R está pensando también en otras alternativas como cartones probióticos que no solo puedan servir como envase para la comida, sino ser utilizados como alimento para animales y hasta personas.“Para una tonelada de cartón necesitas mil litros de agua – concluye Juan-Creix – y estamos trabajando en uno que apenas necesita un litro de agua, mil veces menos”.

Y es que no solo se trata de encontrar alternativas al plástico sino de que estas sean sostenibles en toda la cadena de producción.