Fotografía de Paula Arbide

A lo largo de esta entrevista a Pedro Miguel Echenique la sensación es a veces incómoda. Una se revuelve un poco sobre la silla cuando escucha que la ciencia está basada en la fe, en la creencia de que todo puede ser explicado. Una fe que Echenique defiende. Sus respuestas nunca son lugares comunes, ni están medidas por ningún asesor político. Por eso a veces escuecen

Echenique es físico de formación (catedrático de Física de Materia Condensada por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y presidente del Donostia International Physics Center (DIPC)) y a los 29 años fue Consejero de Educación del Gobierno Vasco. Esa conjunción, además de su inagotable interés por el conocimiento, le ha convertido en un pensador al que recurrir cuando una duda qué pensar. Así que le llamé para preguntarle su opinión ante tanta zozobra en tiempo de coronavirus.

¿Será la ciencia la que nos libre?

La ciencia es lo mejor que tenemos, pero hay que ser humildes y reconocer que también es imperfecta e incompleta. Antes de que esto ocurriera creíamos que habíamos vencido la guerra, el hambre y la peste, y que el problema del futuro iba a ser conseguir la inmortalidad, vencer a la muerte, el Cuarto Jinete del Apocalipsis o, quizá, como apunta Ray Kurweil en 2045, nuestro dilema sería alcanzar la singularidad tecnológica (el advenimiento hipotético de la inteligencia artificial total). Pero resulta que un bichito nos ha hundido. El virus es tan solo un paquete de información genética encapsulada, y esto tan simple nos ha vapuleado.

¿Nos pilló desprevenidos?

Ya estaba la malaria ante nuestros ojos, así que ahora no nos escandalicemos tanto. Lo teníamos delante, y no lo quisimos ver. Llegó el SARS y también miramos a otro lado.

Los éxitos científicos del pasado justifican esa fe en lo que buscamos, y la inmensa mayoría de las cosas que hemos entendido ha sido gracias a la ciencia

Pero en algún momento los científicos serán los que encuentren la manera de acabar con el coronavirus

Así lo creo, sin duda. La ciencia está basada en la fe. La fe en que podemos entenderlo todo. La fe es creer que el universo (y todo) puede ser cognoscible, explicable, pero no hay ninguna prueba de que vaya a ser así. En esta creencia está basada la ciencia. Y yo creo en ella, participo del encantamiento Jónico de Tales de Mileto. Creo que hay una verdad que existe y que siempre es posible encontrarla. Pero con una cierta humildad, porque quizá no podemos entenderlo todo, quizá nuestra mente no está preparada por la evolución para entenderlo todo.

Los éxitos científicos del pasado justifican esa fe en lo que buscamos, y la inmensa mayoría de las cosas que hemos entendido ha sido gracias a la ciencia. Sabemos que si caemos del tercer piso no vamos a ir para arriba. Pero, para seguir entendiendo, hay que seguir investigando más allá de la ciencia aplicada. Si solo investigamos en ciencia aplicada esto nos permitirá solucionar los problemas conocidos, pero podremos ser pillados sin defensa ante problemas nuevos, como ha ocurrido con el coronavirus.

¿Qué ha hecho la ciencia por nosotros en esta pandemia?

Si no hubiéramos tenido una medicina basada en la evidencia científica los efectos del coronavirus serían devastadores. Imagínate lo que habría sido el coronavirus sin el arsenal de posibilidades que la ciencia básica ha puesto en manos de la medicina moderna basada en la evidencia científica, y no solo para la vacuna, también para la resonancia magnética, los tratamientos…

La necesidad de potenciar la sanidad pública e investigar en ciencia básica es algo que hoy comparte todo el mundo. Ya veremos en qué se traduce esto cuando se hagan los Presupuestos del Estado.

Tenemos que apostar por la ciencia básica,  porque no sabemos lo que va a venir, y necesitamos un arsenal de posibilidades de defensa disponibles

¿Por qué es tan importante la investigación en ciencia básica?

La necesidad de la investigación es evidente, en ciencia básica y en ciencia aplicada, en todos los campos, no solo en los campos de la salud. La historia de la medicina nos enseña que los avances más disruptivos y más importantes cara a solucionar enfermedades han venido de dejar volar la curiosidad en campos como la química y la física: los rayos X, la penicilina, las vacunas, los anticuerpos monoclonales, el ADN recombinante… El propio bacilo de Koch, el de la tuberculosis, se descubrió porque había mejores lentes para observar lo microscópico. Tenemos que apostar por lo básico,  porque no sabemos lo que va a venir, y necesitamos un arsenal de posibilidades de defensa disponibles.

La ciencia no se puede improvisar con un momento de inversiones masivas, hace falta continuidad de las políticas. Necesitamos un Pacto de Estado por la ciencia

¿Pero, entonces, en qué invertimos? ¿En todo?

La primera vez que se hizo un programa billonario para vencer el cáncer no se consiguió avanzar, porque entonces no se conocía mucho de lo que sabemos hoy. Imagínate que en el año 1900 se hubiera hecho una inversión enorme para curar el cáncer. Pues poco se habría avanzado, porque no sabíamos nada sobre muchas de las cosas que sabemos hoy. Con el  SIDA era distinto,  ya teníamos medios, y con el coronavirus quizá sea igual. El proyecto Manhattan es un ejemplo concreto de lo contrario. Entonces sí se sabía lo suficiente, y una inversión billonaria para reunir a las mejores mentes del mundo tuvo un indiscutible éxito, aunque el éxito fuera la bomba atómica.

Ahora vemos que la solución al cáncer va avanzando por la investigación en muy diversos campos de ciencia básica. Lo básico exige largo plazo y dinero público, porque pasa mucho tiempo entre la inversión y sus frutos. La curiosidad en campos como la física, la biología etc ha conseguido avances en medicina que nos permiten abordar el cáncer, entre otras cosas.

Si te fijas en las traineras vascas, reman adelante mirando atrás, basándose en lo anterior. La ciencia no se puede improvisar con un momento de inversiones masivas, hace falta continuidad de las políticas. Esto es decisivo.

¿En algún momento en España se ha apostado por el largo plazo en ciencia?

Dejé mi carrera científica para ser Consejero de Educación en un momento tremendo, 1980. Con un paro demoledor, el primer gobierno vasco eligió crear becas para científicos jóvenes y poner en marcha centros tecnológicos. Así nació el concepto de I+D, eso fue visión de futuro. Y ahora estamos recogiendo los frutos. Fue decisión del lehendakari Garaikoetxea. La comunidad vasca entonces invertía 0,065% del PIB en ciencia y tecnología, hoy es 1,9 y deberíamos estar en el 3%. Junto con Navarra es la Comunidad Autónoma que más invierte en ciencia y tecnología. San Sebastián acaba de ser nombrada una de las grandes innovadoras en ciencia del mundo.

La estructura de los coronavirus la descubrió una mujer utilizando microscopía electrónica

¿Qué descubrimientos en ciencia básica nos han ayudado contra el coronavirus?

Para poder combatir el coronavirus, hace falta saber cómo es. La estructura de los coronavirus la descubrió una mujer utilizando microscopía electrónica, June Almeida, en 1964, y tardó tres años en publicarlo. La microscopía electrónica se basa en física cuántica. Otra cosa: ¿Qué esperanza tendríamos ahora si no conociéramos la estructura de doble hélice del ADN? El virus es ARN encapsulado. Fue también una mujer, Rosalind Franklin, gracias a la difracción de rayos X, quien dio la pista para que pudieran desvelar su estructura. Y qué pasaría si no conociéramos las técnicas para manipular virus… Prácticamente toda la ciencia hoy es una red interconectada.

Investigar no es garantía de resultados, pero los hace posibles. No investigar es perder seguro

Con todo eso, a día de hoy seguimos sin un fármaco que lo cure

Investigar no es garantía de resultados, pero los hace posibles. No investigar es perder seguro. La urgencia del momento puede ser peligrosa y hay que ser cautelosos. El Estado de Bienestar a largo plazo necesita la ciencia y consejos basados en la ciencia. Hace falta una sociedad científicamente informada. Solo así, hay garantía de mantener una tensión intelectual que permita presión a los políticos. Tensión intelectual para que la sociedad esté informada. Tiene que haber un Pacto de Estado, como en Alemania,  que garantice la investigación a largo plazo.

La ciencia ha de estar en la gobernanza, y nunca las decisiones políticas han de ir en contra de la evidencia científica

¿Los científicos tienen que formar parte de los gobiernos?

Los científicos deben participar en la gobernanza. Hay una frase que se atribuye a Winston Churchill: Scientists should be on tap, but not on top. Quería que los científicos estuvieran a su disposición, a su conveniencia, cuando él quisiera utilizarlos. Pero no se trata de eso. Los científicos no han de estar a disposición de los gobiernos, tienen que participar de la gobernanza. Esto quiere decir que los científicos han de ser consultados y tenidos en cuenta, pero no han de ser ellos los que toma las decisiones. La ciencia ha de estar en la gobernanza, y nunca las decisiones políticas han de ir en contra de la evidencia científica. La ciencia no nos obliga a decisiones únicas. Una vez planteado el problema, hay que pensar cómo distribuimos los sacrificios, y esas son decisiones políticas. La ciencia puede ayudar a configurar una decisión justa y solidaria, pero no puede sustituir a la política. De cómo acertemos en las decisiones políticas, económicas y sociales dependerá nuestro futuro, de ahí que sea importante que no tomemos decisiones que vayan en contra de la ciencia.

La tecnología ha humanizado nuestro confinamiento

¿Crees que este momento hipertecnológico ayuda?

Soy mayor, y  asmático.  No salí de casa durante la cuarentena. No me dejaban salir mi mujer  y mis hijas. Sin embargo, he tenido un confinamiento activo gracias a las tecnologías. La tecnología ha humanizado nuestro confinamiento. Nos ha permitido relacionarnos con los seres queridos. Yo recibía cada día tres o cuatro piezas musicales.  Me las enviaba Yanko Iruin, un gran químico que me educa. Me envió un tema de Itzhak Perlman, un violinista israelí nacido en 1945. Perlman cogió la poliomielitis antes de que hubiera vacuna. (La poliomielitis paralizó a Perlman las dos piernas cuando tenía cuatro años). Toca el violín como los ángeles. Iruin me envió Aires gitanos, de Sarasate, tocada por Perlman, y al escucharlo y disfrutar pensaba que la tecnología ha humanizado nuestra sociedad.

El  peligro es que el poder que la ciencia pone en manos del hombre a través de la tecnología avance a mayor velocidad que la sabiduría en su uso

¿Cuáles son para ti los grandes problemas de la Humanidad hoy?

Los grandes problemas de la humanidad son el agua, la energía (si consiguiéramos la fusión tendríamos energía ilimitada y limpia, y el problema estaría resuelto); el crecimiento de la intolerancia y los fundamentalismos; la salud y por último el equilibrio con el entorno natural. No tenemos futuro si creemos en el desarrollo ilimitado. Necesitamos de una relación simbiótica entre el humano y el medio ambiente, y eso necesita sabiduría. El  peligro es que el poder que la ciencia pone en manos del hombre a través de la tecnología avance a mayor velocidad que la sabiduría en su uso. Y si esto es así, lo único que vamos a hacer es cometer errores, y entonces nos vienen pandemias.

La solución no va a estar solo en la ciencia, pero no estará sin la ciencia, y sin la educación.

Ciencia, política, economía… ¿Qué pasa con los valores de una sociedad?

La ciencia está hecha por humanos, pero hay que perseguir la verdad y creer que la verdad científica existe. La ciencia ha de ser ratificada por experimentos, Nullius in verba, es decir, no des nada por sentado. No existe el argumento de la autoridad. La honestidad es imprescindible.

Siempre pensamos, como Cicerón, que las generaciones de jóvenes anteriores fueron mejores, pero yo creo que tenemos una nueva generación espléndida

Y ¿cómo te parece que puntuamos hoy en día en honestidad?

Yo veo a mis hijas y veo que en rigor y honradez van mejor que nosotros. La escuela no puede serlo todo, pero la naturaleza humana es lo que es. Siempre pensamos, como Cicerón, que las generaciones anteriores fueron mejores. Se quejaba, lo mismo que Séneca, de la falta de respeto de los jóvenes de su tiempo, y consideraba que cualquier tiempo pasado había sido mejor. Sin embargo, yo creo que tenemos una nueva generación espléndida. Pienso que la mejor política científica es crear oportunidades en abundancia para los más creativos de nuestros jóvenes, y despertar la pasión y el gusto por el conocimiento. Hace falta competencia técnica, y amor por lo que se hace. El gran físico Dyson proponía: “La mejor educación sería la que conjugara la creatividad de Tolstoi y la disciplina de Napoleón”.  Cuentan que Napoleón decía: “Hoy a las 12.15h todas las escuelas en Francia están enseñando logaritmos neperianos”. Tenía un férreo control de la educación.

Honradez y creatividad. ¿Nos quedamos con esos dos valores?

Para ser creativo hay que tener libertad, pero también competencia técnica, sin ella, ideas aparentemente geniales no son más que triviales repeticiones, por no decir atrevidas ignorancias. También en política. Sin competencia técnica no hay proyecto político que sobreviva.

¿Para eso tenemos que tener cultura científica y humanística, ambas cosas?

A mí me irrita oír hablar de ciencia y humanidades como cosas separadas. La ciencia es parte esencial del humanismo moderno. El edificio conceptual de la ciencia moderna es la obra cultural colectiva más importante de la humanidad. Hay que construirlo entre todos. Físicos, economistas, biólogos, periodistas… No podemos pensar que los físicos somos los más importantes, pero somos importantes.

Urge un Pacto de Estado para la ciencia en el gobierno y en las comunidades autónomas

Y, por seguir con binomios difíciles, ¿ciencia pública o privada?

Esta crisis nos enseña a cuidar lo público, pero también a huir de las burocracias. La burocracia, que se creó para ser nuestro sirviente, se ha convertido en la directora. En España, para que una empresa privada done ordenadores tiene que hacer tantos trámites que resulta imposible. En el otro lado, el intento neoliberal extremo de aniquilar lo público se ha mostrado ineficiente y peligroso. El genoma del coronavirus estaba disponible para todo el mundo, en una semana había ciento y pico laboratorios conectados. Cinco países pusieron todos sus ordenadores públicos y privados en colaboración en cinco días, sin protocolos. En España habríamos topado con catorce informes jurídicos antes de que esto fuera posible. Sufrimos la sobre regulación burocrática. Ciencia  infrafinanciada y sobreregulada y, en la práctica, parada. En España hay falta de cultura científica para apoyar el largo plazo, y la continuidad es fundamental. Nos damos atracones de dinero en un momento crítico, cuando viene el coronavirus, y luego hambre. Necesitamos continuidad, como en Alemania o Israel. Urge un Pacto de Estado para la ciencia en el gobierno y en las comunidades autónomas.

Tenemos la obligación de dejar a los jóvenes los medios para que puedan solucionar los problemas del futuro. No es una obligación pragmática, es una obligación ética, no podemos abandonarles

¿Seremos mejores después de vivir una pandemia?

Quiero creer que en algunos casos sí. El coronavirus nos ha traído la necesidad de solidaridad con los mayores y con los países en desarrollo, porque el bienestar del otro es nuestra seguridad. Tenemos además la necesidad de ser solidarios con el futuro, con los jóvenes. Los problemas que van a tener con el clima, entre otros, van a ser terribles. Tenemos la obligación de aportarles los medios adecuados para que puedan solucionar lo que vendrá, para que puedan resolver los problemas del futuro. No es una obligación pragmática, es una obligación ética, no podemos abandonarles.

Pero no soy de los que piensan que hemos salido reforzados. Yo me levanto muy pronto, a las 6.00h ya estoy leyendo. He leído Guerra y Paz, y La Peste, de Camus, y veo en La Peste que un confinamiento trae lo mejor y lo peor de nosotros. Me parece un poco frívolo decir que hemos salido reforzados. Creo que hemos salido debilitados.