Es uno de los planetas más enigmáticos del Sistema Solar. No solo por la distancia que nos separa (la única sonda que ha llegado medianamente cerca ha sido la Voyager 2, a unos 3.000 km.), ni por ser donde se producen los vientos más fuertes… En Neptuno llueven diamantes. Una de las claves es que se trata de un gigante de hielo, un tipo de planeta 10 veces más frecuente que los exoplanetas similares a Júpiter.

De este modo, comprender los gigantes de hielo de nuestro Sistema Solar, resulta vital para comprender otros planetas de la galaxia. Y la lluvia de diamantes es sin duda una característica importante.

De acuerdo con un reciente estudio publicado en Nature, la atmósfera de Neptuno está compuesta principalmente de hidrógeno y helio, con una pequeña cantidad de metano. Debajo de estas capas atmosféricas, un fluido supercaliente y superdenso de materiales «helados» como el agua, el metano y el amoníaco, envuelven el núcleo del planeta.

Con suficiente presión y temperatura, el metano puede descomponerse en diamantes, lo que sugiere que se pueden formar diamantes dentro de este material caliente y denso. Para demostrar esto, un equipo liderado por Dominik Kraus, realizó una simulación en un laboratorio.

El primer paso fue calentar (hasta unos 4.700ºC) y presurizar el mismo material de la atmósfera de Neptuno para replicar sus condiciones.

“Producimos alrededor de 1,5 millones de bares – explica Kraus en un comunicado –, lo que equivale a la presión ejercida por el peso de unos 250 elefantes en la superficie de una uña”.

Esto les permitió no solo observar la conversión de carbono en diamante, sino también lo que le sucede al resto de la muestra del material: se divide en hidrógeno. Y prácticamente no quedan restos de carbono.

Si los diamantes, más densos que el material que los rodea, se precipitan al planeta, podrían estar liberando energía, que se convierte en un aumento de la temperatura debido a la fricción entre los diamantes y la atmósfera.