Cientos de especies se reúnen en diferentes colonias a lo largo de un río de células epiteliales que fluye a través de nuestra lengua.

¿Sabíais que en esta pequeña porción de nuestro cuerpo se pueden llegar a concentrar más de 700 especies de bacterias? Lo que veis en la imagen es apenas un pedazo de lengua, pero somos capaces de distinguir con facilidad la manera en la que parte de estas bacterias se concentran en pequeños «barrios» según sus preferencias y gustos dentro de esta micrópolis, tal y como harían los humanos dentro de una ciudad.

Por ejemplo, a las especies de estreptococos amantes del oxígeno (color verde claro) les gustan las afueras, donde la exposición al aire es mucho mayor; las de género Actinomyces, en forma de varilla y de color rojo, son más de interior, evitan el perímetro en favor de estar escondidas más cerca del centro celular epitelial; mientras que las Rothia (azul claro) se decantan por zonas intermedias, entre ambas fronteras. Este sistema tan estructurado llamó la atención del equipo encargado de esta investigación: «Lo que realmente fue sorpresa fue ver lo organizadas que estaban. Nos dice mucho sobre cómo trabajan juntas. Por ejemplo, el anillo exterior crea una zona de bajo oxígeno en el interior de esta metrópolis bacteriana. Un área ocupada por aquellas que prefieren estas condiciones anaeróbicas», destacaba Mark Welch, del Laboratorio Biológico Marino «Woods Hole» en la revista «Smithsonian Magazine».

Steven Wilbert/Gary Borisy/The Forsyth Institute. Para lograr estas imágenes se usó la técnica CLASI-FISH, tras el raspado de la lengua a 21 voluntarios. Se detectaron 17 géneros de bacterias en común.

Y no solo eso, son capaces también de crear una especie de biopelícula en forma de baba que hace que esa comunidad sea próspera dentro de la lengua y no desaparezca, siendo así más resistentes a los antibióticos o a los cambios en el medio ambiente. Pero también son capaces de llevar a cabo tareas dentro de nuestro cuerpo, como un órgano más en sí mismo. Es el caso de ciertas bacterias especializadas en la reducción de nitratos presentes en los vegetales, como las de género Actinomyce o Veillonella (de color morado). Estos organismos transforman el nitrato en nitrito, un paso clave en la creación de óxido nítrico compuesto, esencial para que nuestro cuerpo controle la presión arterial.

Así que todas estas bacterias, por muy mala fama que puedan tener algunas de ellas, también son necesarias en varios procesos de nuestro cuerpo… No todas son malas.

Fuente estudio: Cell.