De acuerdo con un estudio, actualmente un 11% de la población del planeta es vegetariana o vegana. Estamos hablando de más de 700 millones de personas que por motivos religiosos, éticos, de salud o por convicción de que reduce el impacto ambiental, han renunciado a productos animales en su dieta.

En este último apartado, el de quienes optan por el veganismo o el vegetarianismo porque reduciría el impacto ambiental, hay mucha discrepancia. La web Vegan Society cita un estudio para afirmar que “si el mundo (todos los habitantes del planeta) se volviera vegano (no vegetariano), podrían salvarse 8 millones de vidas humanas para 2050 y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en dos tercios. El problema es que este mismo estudio señala que los escenarios simulados para vegetarianos y para veganos “no están destinados a ser resultados dietéticos realizables a nivel mundial, sino que están diseñados para explorar el rango de posibles resultados ambientales y de salud de excluir progresivamente más alimentos de origen animal de las dietas humanas”. De hecho el mayor impacto en “la reducción de emisiones fue en gran parte atribuible a la reducción del consumo de carne roja”. No con dejar de comer, solo basta reducir un 50% este tipo de alimento.

Los resultados coinciden con otro estudio que comparó cuatro tipos de dietas para evaluar sus emisiones. La dieta alta en carne (más de 100 gramos diarios) produjo el equivalente de 7,2 kilos de dióxido de carbono por día. La dieta vegetariana emitía unos 3,8 kilos, la vegana 2,9 y la sorpresa llegó con la dieta que, sin ser vegetariana, solo consumía pescado como producto animal: emitía poco más de 3,9 kilos. Casi lo mismo que la dieta vegetariana.

La gran diferencia se daba entre quienes comían mucha carne y los más moderados y no entre estos últimos y los vegetarianos.

Quienes quieran ver esto en mayor detalle pueden “jugar” con la calculadora de emisiones creada por Global Calculator.

Finalmente otro estudio da también cifras similares: 3,3 toneladas de CO2 para los amantes de la carne, 2,5 para quienes se moderan, 1,9 toneladas anuales de CO2 emiten quienes no comen carne roja, 1,7 los vegetarianos y 1,5 toneladas de CO2 los veganos.

Evidentemente una dieta vegetariana tiene un impacto positivo en el medio ambiente, pero si la mitad de los habitantes del planeta se inclinaran por el vegetarianismo, habría otras consecuencias. De acuerdo con EuroStat la agricultura representa un 9,58% de las emisiones, que se divide casi 50 y 50 entre ganadería y agricultura. El problema es que en la agricultura, la irrigación supone un 70% del uso del agua a nivel mundial. ¿Qué pasaría con el agua si pasáramos de 700 millones a 3.500 de vegetarianos? El impacto sería enorme, sobre todo teniendo en cuenta que, según la mayoría de los estudios, señalan que reducir el consumo de carne roja ya inclina mucho la balanza.

Precisamente sobre este tema hablamos con el científico Carlos Duarte, ecólogo marino, especializado en el estudio del cambio climático, en el marco de la conferencia La economía circular del carbono que se llevó a cabo en la Fundación BBVA.

Y la opinión de Duarte era que “una dieta que minimizará las emisiones no es necesariamente la que nos mantendrá saludable. La comida es fundamental para nuestra salud y la de nuestros hijos y nietos. Una dieta pobre, por ejemplo en pescado y mariscos disminuye nuestras capacidades intelectuales y esa diferencia se traslada dos generaciones. Así que ya sabes, inclinarse por una dieta vegana, pensando en una gran reducción de las emisiones, es una estupidez. Finalmente, hay nuevos desarrollos como, por ejemplo, un nuevo alimento para rumiantes que contiene un 1% de algas marinas. Basta esta pequeña cantidad de algas para que las emisiones de metano, que son la mayor contribución de gases de efecto invernadero, se reducen entre un 70 y un 90%. Necesitamos mecanismos de mercado para poder implantar este tipo de avances”.