Más potente que una súper supernova

Las erupciones de rayos gamma son 50 veces más energéticas que una supernova, lo que permite observarlas aunque se produzcan en galaxias remotas. Actualmente se detectan varias de estas erupciones cada día, y una parte de ellas parece deberse al colapso gravitatorio de estrellas gigantes que giran sobre sí mismas a gran velocidad.

Lo que el polvo oculta

En una galaxia como la nuestra explosiona, por término medio, una supernova cada 100 años (la de la foto ha sido la última que lo ha hecho). Pero solo podemos ver algunas; la mayoría queda oculta tras las nubes de gas y polvo abundantes en la Vía Láctea. Lo que sí podemos ver son las supernovas, que brillan tanto que son visibles aunque se encuentren en otras galaxias. Son los fuegos artificiales del Universo.

Las que se pierden

Cuando dos galaxias se entrecruzan, como sucede con la Arp 87 en esta imagen obtenida por el Hubble, algunas de sus estrellas quedan formando regueros y se pierden en el espacio. Por otra parte, el gran agujero negro que ocupa el centro de nuestra Vía Láctea puede actuar como una honda, lanzando fuera de la galaxia estrellas que se acercan demasiado. A ver quién las caza.

Sufren seísmos

Las estrellas de neutrones, cadáveres estelares que han explosionado como supernovas, contienen una masa equivalente a la del Sol, pero en una esfera de pocos kilómetros de radio. Su superficie puede vibrar con patrones bien definidos, y en algunas se han observado fortísimos terremotos capaces de liberar en una fracción de segundo tanta energía como la que el Sol emite en cientos de miles de años. La imagen es una recreación de la sacudida que experimentó en 2004 la estrella de neutrones SGR 1806-20.

Dúos, tríos y cuartetos

En nuestra galaxia, la mayoría son solitarias, como el Sol, pero se calcula que al menos la tercera parte de estrellas pertenece a dúos (como Albireo, en la imagen, de la constelación del Cisne), tríos, cuartetos y agrupaciones de más estrellas. Dadas las enormes distancias, sería muy improbable que esas formaciones fuesen el resultado de capturas gravitatorias, por lo que todo indica que las estrellas binarias surgen simultáneamente de la misma nube de gas y polvo que flota en el espacio.

Nacen en grupo

Se forman por la condensación de nubes de materia que flotan en el espacio, algunas tan grandes que pueden alimentar a cientos o miles de estrellas que nacerán agrupadas en un cúmulo. Con el tiempo, algunos de ellos acaban dispersándose y dan lugar a asociaciones de estrellas, como sucede con la mayoría de las que forman el carro de la Osa Mayor. Este cúmulo fue fotografiado por el telescopio Hubble.

Llevan dentro un gran diamante

Las enanas blancas tienen una masa similar a la del Sol confinada en un volumen parecido al de la Tierra, por lo que la materia que las compone alcanza densidades muy elevadas. Es posible que algunas enanas blancas alberguen en su interior grandes masas de carbono cristalizado; es decir, diamantes enormes cuya presencia podemos deducir de la forma en que vibran. En la imagen se observa la secuencia de formación de una enana blanca, que absorbe materia de su compañera en un sistema binario.

Sentir su temblor

La superficie de las estrellas vibra como la piel de un tambor. Observando estas vibraciones (en azul, las de SGR 1806-20) es posible deducir la estructura interna del Sol, aunque el desafío es tan complejo como describir la forma de un instrumento sin más que escuchar los sonidos que produce. El Sol puede producir diez millones de modos de vibración o notas distintas. En la imagen se ve una de estas “notas musicales”: las zonas azules ascienden y las rojas descienden.

Bailan en pareja

Dos estrellas de neutrones giran una alrededor de la otra, cada vez más deprisa, hasta que se funden y liberan una enorme cantidad de energía. Se conocen varias parejas que bailan de esta manera, aunque todavía no se ha observado ninguna “fusión” en directo. En teoría, estos eventos podrían dar lugar a ondas gravitacionales detectables desde la Tierra, una de las ideas de Einstein que aún no ha podido ser verificada experimentalmente. Las primeras estrellas, formadas exclusivamente de hidrógeno y helio, debieron ser gigantes con masas 100 veces superiores a la solar. Únicamente cuando estas explosionaron como supernovas, regando su entorno con elementos pesados, pudieron aparecer estrellas como las que hoy vemos en nuestra galaxia. Así, las estrellas nacieron de lluvias… de estrellas.
Superchat
La rotación terrestre hace que nuestro planeta esté ligeramente achatado por los polos, un fenómeno que se produce también en algunas estrellas. Uno de los casos más llamativos es el de Achernar, la más brillante de la constelación de Eridanus, cuyo diámetro en el ecuador es un 50% mayor que en los polos.

Estas son sus medidas

Si consideramos que las estrellas son astros que brillan con luz propia debido a las reacciones nucleares que se producen en su interior, tendremos que asumir que las estrellas más pequeñas deben tener una masa de, al menos, 75 veces la de Júpiter. Por debajo de ese umbral se encuentran las enanas marrones y los planetas. El tamaño de las estrellas más grandes es nada menos que unas 200 veces la masa del Sol, aunque estas gigantes son bastante escasas. En la escala de abajo se ve la clasificación de las estrellas de acuerdo con su tamaño, color y temperatura. Las letras son la escala de energía (A mayor y Q menor).

Y… ¿cuántas hay?

Durante siglos, los astrónomos se han dedicado a hacer catálogos. Actualmente están en marcha proyectos para hacer catálogos con datos muy precisos de algunas estrellas (Hiparcos), para registrar absolutamente todo lo que aparece en una porción del cielo (Sloan Digital Sky Survey), o registrando miles de millones de objetos que servirán para apuntar el telescopio Hubble (GSC). Evidentemente, seguirán contando: las estrellas son los granos de arena del cielo. La imagen recrea un planeta que orbita una estrella intergaláctica en la constelación de Virgo.