Un bello jardín sólo para tus ojos

La mayoría de flores crecen en la tierra a partir de una semilla, pero Wim Noorduin, un post-doctorado de Harvard, lleva varios años elaborando nanoramos de flores a partir de agua, cloruro de sodio y silicato de sodio.

Las miniesculturas resultantes tienen un espesor similar al de un cabello humano, por tanto, sólo pueden verse en el microoscopio.

Una dosis de ciencia e ingenio

Valiéndose de un vaso de precipitado con agua, el científico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard, ha logrado transformar varios productos químicos en delicadas flores microscópicas.

Para conseguirlo, Noorduin manipuló el gradiente químico de un líquido en un vaso de precipitados con el fin de poder controlar el comportamiento del crecimiento de estos cristales y crear estructuras adaptadas con precisión

Cristales a escala de un micrómetro

Él y sus colegas consiguieron crear cristales a escala de un micrón, que se asemejan mucho a las flores naturales.

Para lograr esta estructura, los investigadores disolvieron cloruro de sodio y silicato sódico en su vaso de precipitados. 

Así se forman los cristales

El dióxido de carbono del aire se disuelve de forma natural en el agua, lo que provoca una reacción que precipita cristales de carbonato de bario.

Este derivado disminuye rápidamente el pH de la solución que rodea a los cristales, desencadenando una reacción con el silicato sódico que había disuelto.

Esta segunda reacción añade además una capa de sílice a las estructuras que están en crecimiento, absorbe el ácido que contiene la solución, y permite continuar con la formación de cristales de carbonato de bario.

Esculpiendo en micras

De esa forma esculpe los tallos y las flores: ajustando ligeramente el medio ambiente en el que crecen los cristales.

La reducción de la temperatura hace a los pétalos más gruesa. Mientras que ráfagas de dióxido de carbono marcan ondas a través de las hojas y flores.

 

Flores sobre placa de Petri

El resultado son miles de microflores “plantadas” sobre la superficie de la placa de Petri.

Cada flor es única

Cada flor tiene una forma única”, afirma Noorduin. “Son muy delicadas. Si caminará con el vaso de precipitados en el laboratorio, esto cambiaría por completo el crecimiento de estas estructuras.”

Plantando un jardín sobre una moneda

El autor del estudio ha llegado incluso a sembrar estos cristales en una moneda, creando un bonito jardín de nanotulipanes en las escaleras del Lincoln Memorial.

Último paso: el color

Para añadirles el color mezclan colorantes en las diferentes soluciones. Aún así, debe volver a colorear las fotos en Photoshop, ya que el microscopio electrónico sólo toma fotos en blanco y negro.

 

El trabajo de Noorduin ha pasado incluso la revisión por pares de Science y de su novia, su fan más crítica.