Más de 200.000 personas sueñan con vivir y morir en Marte. Son los voluntarios que se han apuntado al proyecto Mars One, que pretende crear la primera colonia humana en el Planeta Rojo para el año 2035. El promotor de dicha idea es Paul Röhmer, “padre” del programa de TV Gran Hermano, y su intención es emitir un reality show desde la superficie marciana. Muchos expertos se han pronunciado ya sobre la imposibilidad de crear una colonia en dicho planeta en tan corto espacio de tiempo. Pero vamos a suponer que realmente fuera posible. ¿A qué riesgos se enfrentarían los colonos? ¿Son los 200.000 voluntarios conscientes de que su nuevo hogar sería lo más parecido al infierno?

33.000 radiografías de tórax
El primero de esos peligros, y sobre el que más se han estudiado sus posibles efectos, serían las radiaciones. Un enemigo invisible cuya acción ya se haría notar sobre los colonos sin necesidad siquiera de que estos llegaran a Marte. Según una investigación realizada por el Southwest Research Institute de San Antonio, Texas, la cantidad de radiación que recibirían los astronautas solo durante el viaje equivaldría a hacerse 33.000 radiografías de tórax.

Los colonos recibirían dos tercios de radiación aceptable para toda una vida, sin ni siquiera pisar el planeta

Se calcula que cuando pusieran por fin sus pies sobre la superficie marciana, los colonos ya habrían recibido más de dos tercios de la radiación que se considera “soportable” por el organismo humano a lo largo de toda una vida. ¿Y una vez en el Planeta Rojo? Tal y como explicó Don Hassler, técnico de la NASA, las mediciones realizadas por la Curiosity demuestran que, aunque la fina atmósfera de Marte actúa como escudo: “No protege de la radiación de la misma forma en que lo hace la Tierra, ya que Marte perdió su campo magnético global hace 3.500 millones de años, y el grosor de su atmósfera es el 1% del que tiene la de nuestro planeta. Lo que podría suponer un aumento del 5% en riesgo de sufrir cáncer”, explica Hassler.

Un suelo apto para cultivar espárragos
Otro de los problemas físicos a los que se enfrentarán los hipotéticos colonos es el tener que vivir con una gravedad que es un tercio de la de la Tierra. La exposición a la baja gravedad durante períodos prolongados supone un shock para el cuerpo humano, ya que está comprobado que provoca daños a la musculatura, a los tejidos óseos y al sistema inmunitario. Se pierde hueso en las vértebras inferiores, en las caderas y en la parte superior del fémur. La descalcificación y la pérdida de minerales tienen otros problemas derivados: disminución del tamaño del músculo, destrucción de la proteína muscular, pérdida de resistencia…

Los experimentos en aislamiento prolongado demuestran que el riesgo de sufrir comportamientos psicótios y suicidas aumenta casi un 30%

Por si todo lo anterior fuera poco, los humanos allí afincados tendrían que lidiar con otro sutil enemigo: la distinta composición química del suelo marciano. Los colonos tendrían que cultivar sus propios alimentos, ¿pero podrían hacerlo en el suelo marciano? Los análisis de las muestras recogidas por la sonda Phoenix revelaron que en algunas zonas del planeta la acidez era de pH 8, o lo que es lo mismo, un suelo muy alcalino. Tambien se encontraron trazas de elementos como sodio, potasio y magnesio. Según declaró Samuel Kounavacs, responsable de dichos análisis, los resultados implicaban que en esas áreas: “El suelo marciano contiene nutrientes básicos y que en él se podrían cultivar espárragos y otros vegetales que crecen en terrenos alcalinos”. La parte mala de la noticia fue que los análisis también detectaron la presencia de numerosos compuestos químicos que no son habituales en el suelo de nuestro planeta y que resultan altamente tóxicos para el organismo humano, como los percloratos, cuyo consumo prolongado podría acabar provocando graves enfermedades del tiroides.

Una convivencia explosiva
Los problemas emocionales tampoco serían desdeñables. Tal y como explica el psicólogo de la NASA Max Schepanek: “Las consecuencias psicológicas de vivir en otro planeta son impredecibles. Hasta los astronautas, que saben que van a regresar a casa en unos meses, presentan cuadros de ansiedad e incluso depresión”.

El panorama sería, por tanto, más sombrío para los residentes en Marte. Tal y como explica el experto: “Tener que vivir de forma permanente en un hábitat artificial y de dimensiones reducidas, la incapacidad para moverse libremente por el entorno natural y los roces por la convivencia en una circunstancia tan extrema harían que la situación tuviera todos los requisitos para volverse explosiva”.

¿Posibles soluciones? “Los colonos tendrían que ser previamente formados en técnicas para la resolución de conflictos. Deberían ser capaces también de encontrar formas de ocupar su tiempo de ocio. Pero gracias a los experimentos sobre aislamiento prolongado realizados, sabemos que el riesgo de sufrir comportamientos de tipo psicótico y suicida se elevaría un 30%”, explica Schepanek, y concluye: “Un riesgo que tal vez sea demasiado elevado.”

Sustancias tóxicas en Marte

Los investigadores del Instituto SETI, dirigidos por el español Alfonso Dávila, han estudiado las sustancias tóxicas de Marte, entre las que destacan los percloratos, que forman casi el 1% del suelo del planeta. Su presencia sería nociva para los futuros colonos, ya que, al ser tóxicos para las plantas, significa que no se podría cultivar en el planeta. Para el organismo humano son como un veneno, ya que su ingestión afecta gravemente a la glándula tiroides.

Una colonia en el infierno

Las circunstancias a las que tendrían que adaptarse los primeros humanos que viajaran a Marte serían extremas. Explicamos algunas de ellas en este reportaje, ilustrado con imágenes del proyecto Mars Desert Research Station, una estación en el desierto de Utah donde se simulan condiciones similares a las de vivir en el Planeta Rojo.

 

Morir de hambre

Los colonos tendrían que cultivar sus propios alimentos, pero eso no es posible en la superficie del Planeta Rojo, debido a su suelo tóxico y a las fuertes radiaciones ultravioletas. Para solucionar ese reto, la NASA ha desarrollado el sistema Vegetal Production System, que está probando actualmente en la Estación Espacial Internacional, y que permite cultivar una lechuga en interiores en veinticinco días, sin necesidad de tierra.

 

Alerta: ¡tormenta espacial!

Este fenómeno provoca “vientos” (compuestos de rayos x y partículas emitidas por las erupciones solares) que asolan el planeta, amenazando la integridad de los sistemas electrónicos y la de los propios colonos. La NASA quiere desarrollar un sistema de detección por satélite que sirva para avisar del peligro.

Víctimas de la depresión

Tal y como explica Nick Kanas, experto de la NASA en estudiar los problemas psicológicos en la exploración espacial: “Los colonos de Marte serían los humanos más aislados de la historia. Solo podrían interaccionar con sus compañeros. Y pasarían el 80% del tiempo en sus viviendas, en las que el espacio de privacidad sería limitado”.

Además, el experimento Hi-SEAS, que se realiza en Hawái, y en el que seis personas simulan vivir aisladas en condiciones parecidas a las de Marte, está demostrando en sus resultados preliminares
que la depresión y la ansiedad afectarían a los expedicionarios.

 

Fallos tecnológicos

Dado que un simple mensaje tarda 20 minutos en llegar de Marte a la Tierra, los colonos ni siquiera podrían pedir consejo. Por eso, deberían ser capaces de reparar por sí mismos cualquier fallo en sus equipos o instalaciones.

 

Tempestades de arena planetarias

En Marte se producen tormentas de polvo que duran semanas y que cubren todo el planeta. El polvo se eleva e impide el paso de la luz solar, lo que provoca que la temperatura caiga de forma drástica. Además, según el astrobiólogo Alfonso Dávila, las tomentas harían que ese polvo rico en percloratos tóxicos se acumulase en los pliegues de los trajes de los astronautas, que correrían riesgo de intoxicación.