¿Cómo sería una ciudad como Madrid en Marte o en Titán? Curiosa pregunta para plantear durante el evento El universo en un día, celebrado en Bilbao con un grupo de científicos.

En la luna de Saturno no sería recomendable acercarse al lago del Retiro, porque despediría un olor realmente pestilente

Carlos Briones, bioquímico del centro de astrobiología CAB-INTA nos informó de los detalles de las atmósferas de cada planeta y de cómo afectarían a esa hipotética urbe intergaláctica. Ricardo Hueso, profesor de ingeniería y miembro del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU relató cómo afectarían a los edificios aspectos como la temperatura y la presión. Miguel Santander, doctor en astrofísica y escritor de ciencia ficción, ayudó a recrear esa ciudad imaginaria. Y el químico César Tomé describió la densa composición de la atmósfera de planetas como Venus, y los ríos y lagos de metano que fluyen por Titán.

En Venus

Venus es el planeta del efecto invernadero. Su temperatura media es 460ºC y ofrece una presión atmosférica 90 veces superior a la de la Tierra. Eso plantearía muchos problemas para que las construcciones y edificios de una ciudad como Madrid se mantuvieran en pie.

Aunque la mayoría de los metales aguantan niveles superiores (el acero, por ejemplo, se funde a más de 1.000 grados), las altas temperaturas y la elevada presión del planeta dejarían muy tocados (por no decir completamente chafados) a los edificios más característicos de la capital española.

La atmósfera está compuesta en un 95% de dióxido de carbono, con lo cual la bóveda celeste tendría un aspecto blanquecino-amarillento muy sucio y denso. A su lado, la boina de contaminación que suele flotar sobre nuestras urbes parecería una simple broma.

Venus también posee rápidos vientos que en las partes altas superan los 300 kilómetros por hora y en la superficie pueden llegar a los 150.

Por lo tanto, vivir en un planeta así sería parecido a hacerlo en una ciudad permanentemente azotada por uno de los más fuertes huracanes terrícolas que seamos capaces de imaginar.

Por si todo lo anterior fuera poco, el enorme calor existente en la superficie evaporaría el agua de todos los ríos y lagos. Así que el río Manzanares en versión venusiana, solamente sería un cauce lleno de polvo, sin una gota de agua, claro.

En Titán

Los astrofísicos coinciden al afirmar que sería imposible la existencia de ciudades en lugares como Júpiter y Saturno, puesto que son gaseosos.

Sin embargo, una ciudad como Madrid en Titán, la luna de Saturno, sería realmente fascinante… Se trata del único satélite del sistema solar que mantiene una atmósfera como tal. Está compuesta en su mayoría de nitrógeno y algunas trazas de metano, lo que le otorga un curioso color amarillo-anaranjado, tal y como se observa en las imágenes que de él tomó la sonda Cassini.

De todas formas, un emplazamiento urbano en un lugar como Titán plantearía algunas paradojas. Por ejemplo, un parque como el del Retiro en Madrid no sería un lugar muy recomendable de visitar. Sobre todo la zona del lago. ¿Por qué? Desde hace unos años ya se sabe que este satélite alberga líquido de forma permanente en su superficie. Aunque eso sí, los lagos, ríos y mares que hay en Titán están formados por metano y otros hidrocarburos. Lo cual haría que el estanque del Retiro despidiera un olor… dejémoslo en “especial”.

En Europa

Otro de los satélites sorprendentes del Sistema Solar es Europa. Se trata de un mundo helado cuya superficie varía entre los -160 y los -200ºC. Aun así, existen grandes cantidades de agua en su interior.

La superficie es lisa y blanquecina, como un lago helado. Tiene algunas marcas verticales en el hielo, pero en general es plana y apenas hay montañas o altibajos de relevancia.

Si existiera una ciudad como Madrid allí, su puerto tendría una imagen congelada y blanca, tipo postal de Navidad. En ese paisaje veríamos el Manzanares convertido en una lengua blanca, con algunos surcos en forma de rayas rectas amarillentas.

Lo que también podríamos ver, en el caso de que ese hipotético Madrid “europeo” existiera, sería a unos científicos taladrando esa capa de hielo para introducir un submarino que explore sus lagos subterráneos. Un proyecto que, aunque suene descabellado, al menos en el plano teórico, ya se han planteado los científicos de la NASA.

En Mercurio

Si en Marte el color que predomina es el rojizo y en Venus el blanco-amarillento… En Mercurio la superficie es grisácea. Parecida a la de nuestra Luna, y al igual que ella también se encuentra llena de cráteres. Se debe a que este planeta apenas tiene atmósfera que pueda parar los meteoritos y cometas que en el pasado (y aún en el presente) chocaron con su superficie.

A pesar de ser el planeta más cercano al Sol, Mercurio no es el más caliente (categoría que ocupa Venus), pero aun así, su superficie durante el día puede llegar hasta unos respetables 350ºC, lo que contrasta enormemente con las temperaturas nocturnas, que bajan de los -150ºC.

Estos impresionantes cambios de temperatura entre el día y la noche harían mucha mella en los edificios de Madrid, ya que la erosión, además, es muy alta. Eso sí, tendríamos una espectacular vista del Sol, que desde Mercurio se ve mucho más grande que desde la Tierra; lo que unido a la casi total falta de atmósfera del planeta haría de este emplazamiento un lugar cegador.

Si existiera una ciudad como Madrid en dicho paraje, tendríamos un lugar tan emblemático como la Puerta del Sol algo erosionado por los cambios de temperatura y cubierta por grandes y ominosas sombras cambiantes sobre un suelo grisáceo y con cráteres. No habría nubes ni atmósfera, así que la vista sería muy luminosa y con un gran Sol al fondo.Si esa ciudad hipotética fuera Barcelona, sería imposible tocar su inconfundible estatua de Colón, ya que estaría ardiendo. La estatua está hecha de hierro (la gran columna) y de bronce (la figura). Ambos materiales se funden a temperaturas superiores a los 800ºC, así que soportarían los 350ºC de la superficie de Mercurio, pero quemarían más que una sartén al rojo vivo.

En Marte

Aunque popularmente lo conozcamos como el Planeta Rojo y su aspecto de desierto nos pueda confundir, Marte es esencialmente un planeta muy frío con una temperatura media de -46ºC. Su temperatura más “cálida” apenas llega a 0ºC y la más gélida registrada ha alcanzado los -100ºC. Así pues, aunque las imágenes que vemos de Marte nos recuerdan a algo parecido al desierto de Almería, realmente no se parece mucho a los de nuestro planeta. Es un desierto, sí, pero rojo y muy frío.

Si descubriéramos la existencia de una ciudad como Madrid en Marte, lo primero que nos llamaría la atención sería el color rojizo del suelo (fruto del óxido de hierro) y el aire (que se compone mayoritariamente de dióxido de carbono). Además, las nubes de polvo que levanta el fuerte viento (provocando tormentas en las que dicho viento llega a alcanzar la velocidad de 150 kilómetros/hora) haría que la imagen se pareciese mucho a una tempestad de arena de las que con frecuencia asolan el desierto del Sáhara.

La versión marciana que encontraríamos del Parque del Retiro muy poco, por no decir nada, tendría que ver con la del lugar fresco y lleno de vegetación que todos conocemos y disfrutamos. Al contrario: sería una especie de páramo rojizo, con dunas, desértico y, por tanto, sin árboles. Además de que estaría permanentemente sacudido por un molesto simún de polvo rojizo.

Y si mirásemos al cielo, veríamos el Sol más pequeño y alejado que en nuestro planeta, a través de una molesta capa formada por abundantes motas de polvo.

Pero si la ciudad estuviese ubicada en el norte del planeta, nos encontraríamos en un lugar sumido en gruesas capas de hielo. Vamos, un lugar como para mudarse a él.