Las supernovas, estallidos de estrellas situadas a muchos años luz de distancia, han tenido una influencia mucho mayor de la esperada en el desarrollo de la vida en la Tierra

Un. nuevo estudio ha encontrado una estrecha relación entre la materia orgánica encontrada en los sedimentos más profundos y las variaciones en la aparición de supernovas en el cielo. Esta correlación se ha producido durante los últimos 3.500 millones de años, y con mayor intensidad durante los últimos 500 millones de años.

Según el estudio del Instituto Nacional del Espacio, Universidad Técnica de Dinamarca, esta correlación tan fuerte indica que las supernovas influyeron en las condiciones esenciales que dieron lugar a la vida en la Tierra. Pero ¿cómo es posible que lo que ocurre en una estrella tan lejana afecte a la Tierra? La respuesta está en el clima.

Las supernovas influyeron e influyen en el clima de la Tierra. La radiación de una supernova es tan potente que cuando llega a la Tierra altera la temperatura de la atmósfera, especialmente si hay un elevado número de supernovas durante un periodo corto de tiempo.

Esta radiación provoca un clima frío, ya que hay una gran diferencia de temperatura entre el ecuador y las regiones polares. Esto a su vez da lugar a fuertes vientos y a la mezcla del agua de los océanos, algo fundamental para el suministro de nutrientes a los sistemas biológicos.

La alta concentración de nutrientes en el agua hace más probable que se formen compuestos biológicos y que queden enterrados en los sedimentos como materia orgánica. Por el contrario, un clima cálido tiene vientos más débiles y una menor mezcla de los océanos, un menor suministro de nutrientes, una menor bioproductividad y un menor enterramiento de la materia orgánica.

Además, las supernovas también influyen indirectamente en la cantidad de oxígeno disponible en la atmósfera, otra de las bases para el desarrollo de la vida. La fotosíntesis produce oxígeno y azúcar a partir de la luz, el agua y el CO2. Si esta materia orgánica se queda en la superficie, se descompone y se combina con oxígeno para convertirse en CO2 y agua. Por el contrario, si se queda enterrada, el oxígeno permanece en la atmósfera.

En el trabajo, la medida de la concentración de nutrientes en el océano durante los últimos 500 millones de años aparece marcada por las variaciones en la frecuencia de las supernovas. Para medir estas concentraciones se examinó la presencia de carbono-12 y carbono-13 en el esquisto negro, que forma el sedimento en el lecho marino.

En estudios anteriores del mismo grupo de científicos también se estableció una relación entre la radiación ionizante de las supernovas y la formación de aerosoles, que dan lugar a las nubes. Las nubes regulan la energía solar que llega a la superficie de la Tierra. Las pruebas demuestran que el clima de la Tierra cambia cuando varía la intensidad de los rayos cósmicos. Aunque nosotros no lo notemos, la frecuencia de las supernovas puede variar varios cientos de veces en escalas de tiempo geológicas, y los cambios climáticos resultantes son considerables.

REFERENCIA

Supernova Rates and Burial of Organic Matter