La Teoría de la Evolución de Charles Darwin desvela el origen de todos los seres vivos, y su evolución a lo largo de millones de años 

En QUO hemos celebrado, como no podía ser menos, una doble efeméride que se cumple en 2009: en 1859, hace 150 años, Charles Darwin publicaba su famosa obra El origen de las especies, y, en 1809, hace dos siglos, el naturalista inglés venía al mundo.

Como recuerda Juan Luis Arsuaga, Charles Darwin habría sido un becario hoy día cuando, a sus 23 años, emprendió su famoso viaje a bordo del Beagle, que le serviría para crear su teoría.

Gracias a este joven, al que hoy asociamos con el icono de un señor mayor de barba blanca, el mundo ya no sería igual. Su teoría de la evolución desvela los orígenes y los cambios de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, que habitan el planeta y su relación con la naturaleza.

La evolución implica una idea revolucionaria: todos los seres, incluidos los humanos, tenemos un mismo origen, una especie de la que surgieron todas las demás. Por ello, todos somos parientes, al provenir de antepasados comunes que se fueron transformando y diferenciando con el transcurso del tiempo. La transición de unas formas a otras se puede ver en la sucesión de organismos a lo largo del tiempo, de la que tenemos constancia gracias al registro fósil. Por ejemplo, el Archaeopteryx, un animal que vivió hace unos 150 millones de años, delata el paso intermedio entre reptiles y aves.

En esta evolución, se producen unas transformaciones y unas relaciones con el entorno que explican estos cambios y la gran variedad de especies que habitan el planeta. Uno de estos mecanismos es la selección natural. Ante unos recursos naturales limitados, los individuos con alguna característica que mejore su capacidad de explotarlos tendrán más posibilidades de reproducirse que sus congéneres. Si esta característica es heredable, sus descendientes se expandirán, de manera que, al repetirse este proceso de una generación a otra, la mayoría de la población poseerá dicho carácter beneficioso, transformándose en el proceso.

Por su parte, la formación de nuevas poblaciones aisladas, y el efecto de la evolución a lo largo del tiempo, dará lugar a nuevas especies. Ahora bien, si bien todas las mutaciones genéticas suceden al azar, sólo las beneficiosas para el organismo son seleccionadas y perpetuadas a través de las generaciones.

Evolución y creacionismo

La teoría de Darwin fue agriamente cuestionada en su momento, pero es que ahora tampoco es aclamada universalmente, como muestra por ejemplo una encuesta de la revista Science. El propio Darwin ya sabía que su teoría no iba a gustar, como asumía en su obra El Origen del Hombre: “La principal conclusión de esta obra, es decir, que el hombre desciende de alguna forma inferiormente organizada, será, según me temo, muy desagradable para muchos.”
Y así ha sido. La teoría ha sido desde su mismo origen criticada desde diferentes movimientos y asociaciones. El creacionismo o el diseño inteligente son algunas de estos ataques que utilizan diferentes argumentos para echar por tierra esta teoría.

Últimos hallazgos en evolución

Un error típico, usado para criticar a Darwin, es confundir la teoría con la evolución en sí. La evolución es un hecho incuestionable, mientras que la teoría es la formulación que utilizó Darwin para explicarla. Ahora bien, esta teoría se sigue matizando y corrigiendo gracias a los avances científicos. Y es que como explica el científico Mike Benton, hay cuestiones que Darwin no sabría contestar y que gracias a la investigación científica actual sí podemos responder.

Por ello, le pese a quien le pese, todos los seres vivos continuamos evolucionando, lo que supone que nuestro estado actual no es inalterable. En este sentido, en los últimos 40.000 años de evolución humana, la selección natural lejos de pararse, se ha acelerado.