Investigadores de Dinamarca, Alemania y España evaluaron los niveles de actividad física al aire libre (correr, ciclismo, caminatas y jardinería) y la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2 contaminante generado por el tráfico) en 51.868 adultos de 50-65 años, comparando actividades autoinformadas y factores de estilo de vida, como ataques al corazón. El análisis se llevó a cabo durante un período de 17,7 años. A lo largo de dicho lapso se produjeron 2.936 primeros ataques cardíacos y 324 ataques recurrentes.

Los resultados, publicados en Journal of the American Heart Association, señalan que incluso en áreas con niveles moderados a altos de contaminación del tráfico, la actividad física regular redujo el riesgo de un primer ataque cardíaco recurrente.

«Si bien se sabe que el ejercicio reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares – explica Nadine Kubesch, líder del estudio, en un comunicado –, la contaminación puede aumentar el riesgo de las mismas, incluidos ataques cardíacos, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Actualmente hay pocos datos sobre si la mala calidad del aire cancela la beneficios protectores de la actividad física en la prevención de enfermedades cardiovasculares”.

Para estimar la exposición promedio al NO2, el equipo de Kubesch utilizó los datos nacionales de monitoreo de la contaminación del tránsito para cada participante. Los resultados mostraron que si bien los niveles más altos de NO2 se asociaron con más ataques cardíacos, el riesgo era menor entre los que estaban físicamente activos. El ejercicio moderado, durante cuatro o más horas por semana, reduce el riesgo de ataque cardíaco recurrente en un 31% y se mostró una reducción del 58% cuando se combinaron los cuatro tipos de actividad física, independientemente de la calidad del aire. Aquellos que participan en deportes tuvieron una tasa 15% menor de ataques cardíacos iniciales y el ciclismo solo se asociaba con una reducción del 9%, independientemente de la calidad del aire.
«Nuestro estudio muestra que la actividad física, incluso durante la exposición a la contaminación del aire, puede reducir el riesgo de ataque cardíaco – concluye Kubesch –. Nuestra investigación respalda la evidencia existente de que incluso los niveles moderados de actividad física regular, como los desplazamientos activos, son lo suficientemente intensos para obtener estos beneficios de salud”.

Juan Scaliter