Las poblaciones de delfines nariz de botella a menudo se encuentran cerca de la costa en áreas poco profundas, realizando inmersiones cortas y superficiales de menos de 10 m para hallar a sus presas. Sin embargo, algunas poblaciones, como la de Bermudas retratada en este estudio, con frecuencia bucean a profundidades de hasta 400 metros, llegando en ocasiones hasta los 1000 metros en ocasiones, y pasan hasta 13 minutos bajo el agua con una sola inhalación.

Ahora, por primera vez, los investigadores han explorado las adaptaciones fisiológicas que permiten que diferentes poblaciones de la misma especie de delfín varíen en capacidad de buceo en casi 1000 m. La investigación, publicada en dos estudios complementarios en Frontiers in Physiology, comparó la mecánica pulmonar y las tasas metabólicas de las poblaciones de delfines nariz de botella. Utilizando estimaciones teóricas del manejo del gas, los resultados respaldan una nueva hipótesis de que la arquitectura pulmonar y el manejo del flujo sanguíneo permiten a los delfines acceder al oxígeno en los pulmones al tiempo que evitan la absorción de nitrógeno, evitando así la descompresión.

“¿Cómo puede una sola especie tener estilos de vida tan diferentes? – eso es lo primero que se preguntó el líder de ambos estudio, Andreas Fahlman, de la Fundación Oceanográfic en Valencia –. Queríamos medir qué tipo de diferencias son responsables de estas enormes variaciones. Esto nos permite determinar hasta qué punto puede cambiar la fisiología dentro de una sola especie y comprender la amenaza que los factores estresantes pueden tener sobre estos delfines de inmersión profunda”.

Cualquiera que haya buceado anteriormente sabrá sobre los efectos de la descompresión. Esta afección dolorosa y potencialmente mortal se provoca al subir a la superficie demasiado rápido al final de una inmersión. La rápida expansión de las burbujas de nitrógeno, que se forman en el torrente sanguíneo y los tejidos durante la inmersión, no tienen tiempo suficiente para disolverse de forma natural.

Los delfines corren los mismos riesgos al bucear a grandes profundidades. El equipo de Fahlman midió la fisiología de los pulmones y el consumo de energía de varios delfines nariz de botella conocidos por realizar inmersiones profundas para comprender cómo evitan estos problemas.

En el primer estudio, los autores compararon sus resultados con los datos existentes sobre una población de delfines nariz de botella en Florida, especializados en inmersiones breves y poco profundas. Los resultados mostraron que los delfines especializados en buceo profundo tenían una mayor capacidad de almacenamiento de oxígeno, lo que les permitiría bucear durante más tiempo. Sin embargo, no hallaron diferencias en la mecánica pulmonar o las tasas metabólicas entre las poblaciones de buceo superficial y profundo.

Esto les llevó al segundo estudio, en el que calcularon cómo diferentes poblaciones pueden manejar el intercambio de gases durante los buceos profundos. El equipo de Fahlman desarrolló modelos teóricos utilizando parámetros específicos de especies conocidas para determinar qué adaptaciones necesitarían los delfines para alcanzar estas profundidades sin sufrir implicaciones negativas para la salud. El modelo sugirió que, al comparar parámetros conocidos con la cantidad de oxígeno que se requeriría, los delfines de buceo profundo superarían los límites de buceo calculados.

Juan Scaliter