Estimular la corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de controlar ideas y comportamientos complejos, puede reducir la intención de una persona de cometer actos violentos en más del 50%. Esa es la conclusión de un estudio realizado por expertos de la Universidad Tecnológica de Nanyang y la Universidad de Pensilvania publicada en el Journal of Neuroscience. De hecho, el uso de la estimulación transcraneal de corriente directa, aumentó la percepción de que los actos de agresión física y sexual eran moralmente incorrectos.

“La capacidad de manipular aspectos complejos y fundamentales de la cognición y el comportamiento desde fuera del cuerpo tiene tremendas implicaciones sociales, éticas y posiblemente legales – señala Roy Hamilton, líder del estudio, en un comunicado –. Históricamente no hemos adoptado este tipo de enfoque a las intervenciones en torno a la violencia, pero su aplicación podría ser importante. Solo hicimos una sesión de 20 minutos y vimos un efecto. ¿Qué pasaría si tuviéramos más sesiones? ¿Qué pasaría si lo hiciéramos tres veces a la semana durante un mes?”.
Para sacar estas conclusiones, el equipo de investigación realizó un ensayo de control doble ciego en 81 adultos sanos de 18 años o más que fueron divididos en dos grupos. El primero recibió estimulación en la corteza prefrontal durante 20 minutos; el segundo, el grupo placebo, recibió una corriente baja durante 30 segundos.

Después los científicos presentaron a los participantes dos escenarios hipotéticos sobre abuso y violencia física y sexual, y les pidieron que calificaran en una escala de 0 a 10 (donde 0 no era una posibilidad y 10 era 100 por ciento) la probabilidad de que llevaran a cabo un acto similar. En los miembros del primer grupo la estimulación disminuyó su intención de llevar a cabo un acto de violencia física o sexual en un 47 y 70 %. Los participantes también calificaron en la misma escala de 0 a 10 cuán moralmente incorrectos creían que eran los escenarios.

En teoría, los resultados significan que las intervenciones biológicas simples, ya sea por separado o junto con intervenciones psicológicas como la terapia cognitiva conductual, tienen el potencial de reducir el comportamiento violento.
“Quizás – concluye Hamilton –, el secreto para tener menos violencia en el corazón es tener una mente debidamente estimulada”.

Juan Scaliter