Olvidar nombres, habilidades o información aprendida en clase a menudo se considera como algo negativo. Pero por poco intuitivo que pueda parecer, las investigaciones sugieren que el olvido juega un papel positivo en el aprendizaje: de hecho puede aumentar la retención a largo plazo, la recuperación de la información y el rendimiento. Los hallazgos se han presentado en el Instituto de Enseñanza y Aprendizaje de la American Physiological Society (APS).

“Las pistas contextuales desempeñan un papel importante respecto a lo que podemos almacenar y recuperar de nuestra memoria – explica Robert A. Bjork, coautor del estudio, en un comunicado –. Un cambio en el contexto puede provocar el olvido, pero también puede cambiar y enriquecer la forma en que se codifica y recupera la información, lo que puede mejorar el aprendizaje”. Así, olvidar no solo permite que haya más “espacio” en la memoria, sino que los códigos que hacían accesible y único a determinadorecuerdo, se conviertan en un nuevo recurso para otros recuerdos.
Bjork define el olvido como «una disminución en la facilidad de acceso a cierta información o procedimiento en un momento determinado». Por ejemplo, algo puede estar fuertemente impreso en nuestra memoria (lo que se conoce como «fuerte capacidad de almacenamiento»), como un número de teléfono de la niñez, pero pueden ser difíciles de recuperar rápidamente debido al tiempo transcurrido desde que se ha accedido a dicha información.

Juan Scaliter