Hace aproximadamente 99 millones de años, una diminuta rana juvenil, en lo que hoy es Birmania (Myanmar) se vio repentinamente atrapada en savia con un escarabajo, quizás su próxima comida. Algo muy malo para la rana (y el escarabajo), pero muy bueno para la ciencia.

Se trata de una especie extinta llamada Electrorana limoae y es uno de los cuatro fósiles que proporcionan la evidencia directa más temprana de ranas que habitaron bosques tropicales y son los ejemplos conocidos más antiguos de ranas preservadas en ámbar. La descripción de la especie se publica en Scientific Reports. El pequeño anfibio mide menos de tres centímetros y se puede observar su cráneo, sus extremidades anteriores, parte de su columna vertebral, una extremidad trasera parcial y el escarabajo no identificado. Los otros fósiles ambarinos contienen dos manos y una huella de una rana que probablemente se pudrió dentro de la resina.

«Es increíble encontrar una rana fósil de este período y con sus pequeños huesos preservados – señala David Blackburn, líder del estudio, en un comunicado –. Pero lo más emocionante de este animal es su contexto. Estas ranas formaban parte de un ecosistema tropical que, de alguna manera, podría no haber sido tan diferente de lo que encontramos hoy”.
Las ranas han existido por al menos 200 millones de años, pero espiar sus origenes es difícil. Las ranas, a menudo pequeñas y de constitución ligera, no tienden a conservarse bien. El registro de fósiles de ranas se inclina hacia especies más robustas de ambientes áridos y estacionales, aunque la mayor parte de la diversidad de ranas hoy vive en bosques tropicales.
Las ranas en ámbar son más raras aún, se encuentran en la República Dominicana y México y datan de hace solo unos 40 millones y 25 millones de años, respectivamente.

Juan Scaliter