Investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev en Israel, han demostrado por primera vez la viabilidad de un sistema robótico que juega al Tres en raya para mejorar el rendimiento de pacientes en rehabilitación.

El equipo de científicos, liderado por Shelly Levy-Tzedek, diseñó un juego con un brazo robótico para simular «actividades funcionales 3D de la vida diaria”, es decir, acciones que las personas realizan a diario, como beber de una taza, que a menudo son un primordiales en rehabilitación.

Diseñar un robot social para ayudar a rehabilitar a un paciente es parte de un nuevo campo de medicina y tecnología que requiere mucha investigación y experimentación para determinar las condiciones óptimas. Los resultados han sido publicados en Restorative Neurology and Neuroscience.

«Jugar al tres en raya con tazas (en lugar de hacerlo con Xs y Os) es un ejemplo de un juego que puede ayudar a rehabilitar una extremidad superior – explica Levy-Tzedek en un comunicado –. Una persona puede recoger y colocar muchas tazas mientras disfruta de un juego y mejora su desempeño de una tarea diaria «.

Los investigadores compararon los resultados al jugar con el robot y con conjunto de luces LED controladas por ordenador para determinar la importancia de interactuar con un robot físico real. Los voluntarios estaban divididos en dos grupos por edades, hasta 35 años y a partir de 75 años.
«Algunos de los adultos jóvenes se quejaron de que el robot se movía demasiado lento, por lo tanto, prefirieron el sistema más rápido cuando se les pidió jugar muchos más juegos – añade Levy-Tzedek –. Eso indica la necesidad de adaptar la velocidad del robot a cada participante”.

Un hallazgo inesperado fue que el movimiento del robot influye en el movimiento humano. Tanto los adultos jóvenes como los mayores se movían mucho más despacio cuando jugaban con el robot más lento que el sistema de iluminación.
Ahora que han establecido la viabilidad, los investigadores recomiendan probar su sistema para rehabilitar a las víctimas de accidentes cerebrovasculares.

Juan Scaliter