Un equipo de investigadores de la Universidad de California del Sur, liderado por John Stang y Mahta Moghaddam ha desarrollado un nuevo procedimiento que consiste en quemar tumores, incluidos aquellos alojados en el cerebro.

La ablación por radiofrecuencia, o RFA por sus siglas en inglés, es un procedimiento mínimamente invasivo que utiliza energía eléctrica para destruir las células cancerosas por medio del calor. Una sonda, fina como una aguja, envía ondas de radiofrecuencia directamente al tumor, quemándolo a 60ºC, hasta destruirlo.

El dispositivo creado por los expertos, descrito en IEEE Transactions on Biomedical Engineering, ayudará a los médicos a ofrecer tratamientos de ablación térmica rápidos, seguros y precisos para una variedad de dolencias que van desde tumores hasta epilepsia. En la actualidad, los cirujanos y los radiólogos dependen de la orientación proporcionada por ultrasonido, CT o MRI para realizar estas operaciones que salvan vidas.

«Aunque la ablación es cada vez más popular – explica Stang en un comunicado –, todavía no hay tecnología de imagen térmica para monitorear estos procedimientos en tiempo real y garantizar la dosis térmica correcta. Sin un monitoreo en tiempo real, existe la posibilidad tanto de tratamiento insuficiente como de tratamiento excesivo. Si hay un tratamiento insuficiente, los médicos deben realizar rondas adicionales de ablación térmica hasta que se destruya todo el tumor. Cada nueva ablación conlleva un mayor riesgo de infección u otras complicaciones y toma más tiempo en la sala de operaciones”.
En el caso de un exceso de tratamiento, existe el riesgo de daño colateral al tejido sano circundante. Esto puede ser especialmente peligroso cuando el tumor se encuentra cerca de estructuras sensibles, cerca de un vaso sanguíneo o en las profundidades del cráneo.

«Con nuestra tecnología – concluye Stang – , podemos guiar el tratamiento y enfocarnos en un área muy específica. Se coloca un conjunto de antenas de microondas alrededor de la región a tratar, con espacio para que el cirujano inserte una sonda de ablación”.
Para la próxima fase, el procedimiento se someterá a pruebas en animales y entre 3 y cinco años podría estar disponible para el uso en humanos.

Juan Scaliter