El ADN tiene una función fundamental: comunicarle a las células qué proteínas deben crear. Ahora, un equipo de investigación de la Universidad de Delaware, liderado por Rebecca P. Chen,ha desarrollado una tecnología para programar cadenas de ADN como interruptores que activan y desactivan las proteínas.
El estudio, publicado en Nature Chemistry, señala que esta tecnología podría conducir al desarrollo de nuevas terapias contra el cáncer y otras dolencias. La investigación aprovecha un campo emergente conocido como computación de ADN. Los datos que comúnmente enviamos y recibimos en la vida cotidiana, como mensajes de texto y fotos, utilizan un código binario formado por unos y ceros. El ADN, por su parte, es esencialmente un código con cuatro componentes: guanina, adenina, citosina y timina. Lo que ha hecho el equipo de Chen es reconfigurar el código de ADN para diseñar circuitos similares al código binario digital.

«Una vez que habíamos diseñado el sistema – explica Chen en un comunicado –, primero teníamos que ingresar al laboratorio y unir estos filamentos de ADN a varias proteínas que queríamos controlar. Estudios previos ya habían demostrado cuán poderosa puede ser la nanotecnología del ADN y también cuán importantes son las proteínas dentro de las células. Nosotros logramos unir ambos”.
Los científicos probaron los circuitos de ADN en bacterias E. coli y en células humanas. En ambos casos, las proteínas objetivo, se organizaron, ensamblaron y desmontaron siguiendo las instrucciones de los expertos.
El equipo de Chen también demostró que su programación del ADN podría activar un profármaco de cáncer no tóxico, la 5 fluorocitosina (5FC), en su forma quimioterapéutica tóxica, el 5-fluorouracilo. Los profármacos de cáncer están inactivos hasta que se metabolizan en su forma terapéutica. En este caso, los científicos diseñaron circuitos de ADN que controlaban la actividad de una proteína responsable de la conversión del profármaco a su forma activa.
Esta tecnología podría tener amplias aplicaciones no solo para otras enfermedades, sino también más allá del campo biomédico. Por ejemplo, el equipo de Chen demostró que su tecnología podría aplicarse a la producción de biocombustibles, al utilizar su tecnología para guiar una cascada enzimática, una serie de reacciones químicas, para descomponer una fibra vegetal.

Juan Scaliter