En un estudio multidisciplinario publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, un equipo internacional de investigadores combinó datos arqueológicos, genéticos y químicos para comprender 4000 años de historia ibérica.
El equipo, liderado por Cristina Valdiosera, analizó restos humanos de 13 individuos del norte y sur de España, incluyendo de Atapuerca. El estudio también abarcó sitios importantes como la Cueva de los Murciélagos en Andalucía: de allí procedía el genoma de un granjero neolítico de hace 7.245 años, lo que lo convierte en el genoma secuenciado más antiguo del sur de España y representa a los primeros agricultores de la zona.
Los primeros agricultores llegaron a la región siguiendo una ruta costera a través del norte del mar Mediterráneo. El nuevo estudio demuestra que los íberos neolíticos muestran diferencias genéticas con los agricultores migrantes que se establecieron en Europa Central y del Norte.
“Esto sugiere que los primeros agricultores se remontan a los primeros neolíticos que emigraron a la península y que las posteriores contribuciones de sus homólogos centroeuropeos fueron menores”,explica en un comunicado Valdiosera.
A pesar de otras posibles entradas a Iberia, como el norte de África o Europa continental, los investigadores no encontraron diferencias regionales sustanciales dentro de la península.
Torsten Günther, genetista y coautor del estudio añade que “si bien las diferencias geográficas parecen menores, sí vemos algunas diferencias a lo largo del tiempo debido a la interacción y el intercambio genético entre grupos”.

Los primeros agricultores ibéricos muestran niveles notablemente bajos de diversidad genética, lo que indica que la primera ola de migración oriental para establecerse en la península fue relativamente pequeña. Después de este período inicial de baja diversidad, las poblaciones recién llegadas crecieron en tamaño y se mezclaron con los cazadores-recolectores locales, aumentando rápidamente la diversidad genética durante los períodos posteriores.
Esto confirma que la historia genética de la zona fue única ya que ha sido influida fundamentalmente por la principal migración prehistórica asociada con la introducción de prácticas agrícolas, conocida como la revolución neolítica.

Los autores también investigaron la dieta de estos agricultores neolíticos durante casi 4.000 años, y los resultados mostraron que, a pesar de la interacción biológica significativa entre grupos culturalmente diferentes, la cultura agrícola predominó desde el principio y continuó a lo largo del tiempo. El arqueólogo molecular Colin Smith, otro de los expertos involucrados en el estudio, señalaque “curiosamente, si bien observamos una afluencia genética sustancial de ascendencia cazadora-recolectora en los agricultores a lo largo del tiempo, la dieta de estos primeros agricultores no cambia. la dieta es característica de las culturas agrícolas y persiste temporal y geográficamente a lo largo de milenios”.
El estudio ilustra la importancia de la investigación interdisciplinaria para comprender la complejidadde la prehistoria europea.

Juan Scaliter