Durante décadas, muchas personas han afirmado que la meditación puede cambiar la forma en que nos comportamos con los demás haciéndonos más compasivos. Ahora una nueva investigación sugiere que la capacidad de la meditación para hacernos mejores personas es limitada.
El estudio, publicado en Nature, fue realizado por un equipo internacional de científicos de la Universidad de Coventry en el Reino Unido, la Universidad de Massey en Nueva Zelanda y la Universidad de Radboud en los Países Bajos. El equipo de científicos, liderado por Miguel Farias, del Centro de Avances en Ciencias de la Conducta de la Universidad, revisó más de 20 estudios (todos ellos controlados aleatorios, donde los meditadores se compararon con otros individuos que no practicaban esta disciplina) que investigaban el efecto de varios tipos de meditación en sentimientos y comportamientos sociales.

Los resultados mostraron que la meditación no desempeñaba un papel significativo en la reducción de la agresión o en los prejuicios ni en la mejora de la forma en que una persona estaba conectado socialmente.
Sin embargo, el resultado más inesperado de este estudio, fue que los estudios que mejor hablaban de la meditación, tenían importantes fallos metodológicas: los niveles de compasión en algunos estudios solo aumentaban si el responsable de la meditación también era autor del informe publicado.

En general, los resultados sugieren que las mejoras moderadas señaladas en estudios previos, pueden ser el resultado de debilidades metodológicas y sesgos.

«La popularización de las técnicas de meditación – explica Farias en un comunicado –, como la atención plena (mindfulness), a pesar de ser enseñadas sin creencias religiosas, todavía parecen ofrecer la esperanza de un yo mejor y un mundo mejor para muchos. Queríamos investigar cuán poderosas eran estas técnicas para afectar nuestros sentimientos y conductas. Pero para comprender mejor el verdadero impacto de la meditación en los sentimientos y el comportamiento de las personas, primero debemos abordar las debilidades metodológicas que descubrimos, comenzando con las altas expectativas que los investigadores podrían tener sobre el poder de la meditación”.

Juan Scaliter