El fenómeno de la agricultura urbana ha crecido a lo largo de los años y actualmente más de 800 millones de personas en todo el mundo están involucrados en esta práctica.
Si bien la mayoría de los beneficios de estos esfuerzos parecen ser limitados y muy locales, cuando se toman colectivamente, se produce un impacto ambiental significativo como resultado de ellos. Así lo afirma un reciente estudio publicado en Earth’s Future y realizado por expertos de la Universidad Estatal de Arizona y de Google. El estudio ha evaluado el valor de la agricultura urbana y cuantificado sus beneficios a escala global.

«Por primera vez, tenemos un enfoque basado en datos que cuantifica los beneficios de la agricultura urbana – explica Matei Georgescu, uno de los responsables del estudio, en un comunicado –. Nuestras estimaciones muestran el potencial de millones de toneladas de producción de alimentos, miles de toneladas de captura de nitrógeno, miles de millones de kilovatios-hora de ahorro de energía y miles de millones de metros cúbicos de escorrentía de tormentas evitadas gracias a la agricultura en áreas urbanas”.
El equipo de Georgescu analizó los datos mundiales de población urbana, estudios meteorológicos, del terreno y de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con Google Earth Engine para llegar a estimaciones de escala global. Los resultados mostraron que el valor anual de la agricultura urbana sería del orden de € 30 mil millones. En este escenario, proyectaron también una producción anual de alimentos de 100 a 180 millones de toneladas, ahorros de energía de 14 a 15 mil millones de kilovatios hora (principalmente por el aislamiento proporcionado por la tierra en los techos) y una retención de nitrógeno de entre 100.000 y 170.000 toneladas.
De hecho, si la implementación de la agricultura urbana fuera intensiva, los investigadores estiman que el valor anual total podría ascender a entre € 60 y € 120 mil millones. El estudio también destaca que la agricultura urbana podría ayudar a alimentar a un planeta que puede enfrentar futuros desafíos en la agricultura industrial como resultado del cambio climático.

Juan Scaliter