Numerosos estudios han demostrado la relación positiva entre la diversidad de los árboles y el funcionamiento de un ecosistema. Los bosques con mayor diversidad funcional son más productivos y estables a largo plazo que los bosques menos diversos. Las comunidades vegetales muestran una mayor eficiencia en el uso de los recursos, una mayor productividad y estabilidad de los ecosistemas y pueden enfrentarse mejora las cambiantes condiciones ambientales. También son menos vulnerables a enfermedades, ataques de insectos, incendios y tormentas.

Hasta ahora,, los rasgos funcionales de las plantas tenían que medirse por medio de un trabajo de campo muy intensivo en el terreno y se limitaba a muy pocos rasgos mensurables en parcelas más grandes o muchos rasgos en parcelas muy pequeñas. Un nuevo sistema desarrollado por investigadores de la Universidad de Zurich, liderados por Michael Schaepman,permite detectar de forma remota la diversidad funcional de bosques sin importar la escala e independientemente de cualquier unidad de vegetación predefinida o información de especies y sin la necesidad de calibración.
“Con la teledetección – explica Shaepman en un comunicado –, tenemos la oportunidad única de estudiar ecosistemas forestales completos al mapear continuamente sus rasgos funcionales mirando desde arriba sobre las hojas de la cobertura o el dosel del bosque sobre áreas muy grandes».
Los resultados, publicados en la revista Nature, demuestran que es posible medir las características morfológicas de la cubierta forestal, como su altura del dosel, el follaje y las densidades de ramas. Estas medidas indican cómo la luz solar es absorbida por el bosque para asimilar el dióxido de carbono del aire y usar el carbono para crecer. Los investigadores también caracterizaron el bosque con respecto a sus propiedades bioquímicas utilizando la espectroscopía de imágenes aerotransportadas. Al medir cómo las hojas reflejan la luz en muchas bandas espectrales, pudieron derivar rasgos fisiológicos como el contenido de pigmentos de las hojas (clorofilas, carotenoides) y el contenido de agua de las hojas.
“Todos estos rasgos fisiológicos – concluye Schaepman – proporcionan información sobre la actividad y el estado de salud de los árboles. Podemos ver, por ejemplo, si un árbol está sufriendo estrés hídrico, y qué estrategia de asignación de recursos está siguiendo un árbol o cómo se adapta al medio ambiente”.

Juan Scaliter