Los cetáceos son los mamíferos con la mayor disparidad de tamaños. Desde las vaquitas de mar (Phocoena sinus) que apenas alcanzan el metro y medio de longitud y los 50 kilos de peso, hasta la ballena azul (Balaenoptera musculus) que puede medir 30 metros y pesar 150 toneladas, 20 veces más larga y3.000 veces más pesada que su prima pequeña. ¿Cómo es posible tanta diferencia? ¿A qué se debe?

Roger Cone, investigador de obesidad de la Universidad de Michigan, ha pasado su carrera estudiando el sistema de melanocortina que básicamente determina cuánta energía se almacena en forma de grasa. Las mutaciones en este sistema son la causa genética más común de la obesidad precoz en los seres humanos.

Dada la importancia del sistema de melanocortina en la alimentación y el balance energético en peces y mamíferos, el equipo de Cone dedujo que las variaciones en los genes de la melanocortina podrían desempeñar un papel crítico en la evolución de los diferentes tipos de conductas alimentarias y tamaños de cuerpo entre los dos principales subórdenes de ballenas – Odontoceti, que incluyen los delfines, la vaquita de mar y las orcas, y Mysticeti, que incluyen jorobadas y ballenas azules.
El equipo secuenció el receptor del neuropéptido MCR4 en 20 especies de cetáceos y descubrió una diferencia importante que correspondía perfectamente con los dos grupos. Los Odontoceti, o ballenas dentadas, tienen el aminoácido arginina en la posición 156 de su código genético, mientras que las Mysticeti tienen una glutamina, lo que en esa posición aumentaba significativamente la sensibilidad del receptor MCR4.

“Nuestros datos sugieren que el sistema de melanocortina está más altamente regulado en las ballenas que cazan – concluye Cone – – y, por el contrario, los Mysticeti pueden recibir señales de saciedad reducidas de este sistema. Esta diferencia podría haber desempeñado algún papel en la divergencia de estos dos tipos de cetáceos – y puede ayudar a explicar las diferencias en el comportamiento de alimentación y sorprendente rango de tamaños de cuerpo, mucho mayor que en cualquier otro tipo de mamífero”. El estudio ha sido publicado en Nature.

Juan Scaliter