Nunca antes la expresión “el vídeo se ha hecho viral” ha tenido más razón de ser. Esta pasada semana, un grupo de científicos de Harvard ha logrado codificar una serie de imágenes y un pequeño vídeo (GIF) en el ADN de una E.Coli y lo han hecho con éxito.

Para llevarlo a cabo, se han servido de la técnica de edición genética CRISPR-cas, con la cual, se han servido de dos proteínas para introducir esta información en el ADN de esta bacteria fecal. Lo hicieron en forma de pequeños bloques de nucleótidos, los pequeños ladrillos que conforman el ADN. Como si fuera un pequeño disco duro, han logrado subir esa información a la E. Coli para luego rescatarla mediante un proceso de secuenciación de ADN. En él, el código entero corresponde a cada pixel individual de cada imagen o a cada frame del vídeo.

[image id=»90919″ data-caption=»Fuente: Seth Shipman. El GIF es un pequeño vídeo de ’’Human and Animal Locomotion’’ de Eadweard Muybridge. A la izquierda está la imagen original y a la derecha la reconstruida con ADN.» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Este avance permitirá a los científicos usar estas bacterias como pequeñas cámaras de vídeo, grabando información en lugares donde los humanos no son capaces de llegar. Así lo afirma el neurocientífico de la Universidad de Harvard y principal autor del estudio, Seth Shipman: “No queremos que este sistema sea usado solo para codificar información que ya tenemos, sino que las propias células sean capaces de salir al mundo a recopilar imágenes a las que no tenemos acceso. Si conseguimos que almacenen estos datos en sus genomas, entonces podríamos tener acceso a nuevos tipos de información hasta ahora desconocidos”.

[image id=»90920″ data-caption=»Fuente: Seth Shipman. Imagen de una mano. A la izquierda la original y a la derecha la que se consiguió tras la secuenciación de ADN.» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Otro de los pasos es tratar de conseguir que las propias células sean capaces, por ejemplo, de darnos información de cuándo esa información ha sido grabada en el medioambiente cuando reaccionan a ciertos hechos que nos puedan resultar de interés para su estudio. Tal y como apunta Shipman: “Si tenemos bacterias modificadas con sensores destinados a capturar un cierto contaminante en el ambiente, podremos tomar nota de ello, pero a la hora de examinar esa información necesitamos saber cuándo se ha producido esa contaminación para poder rastrearla correctamente”.

Esta técnica ayudará también a entender mejor nuestro cuerpo humano y el funcionamiento de sus órganos, como por ejemplo, el cerebro humano. ¿Se imaginan tener grabadas cada una de las células que lo componen y cómo reaccionan a los estímulos?

El estudio ha sido publicado en la revista Nature.

Fuente: PopSci

Alberto Pascual García