La idea detrás de la medicina personalizada es comprender la función de cada uno de nuestros genes y proteínas y seleccionar los fármacos adecuados contra estas proteínas según las alteraciones en cada paciente. En los últimos años, los inhibidores del ciclo celular (el proceso que controla la proliferación de células tumorales), han demostrado su eficacia en diversos tumores, como el cáncer de mama. Entre los nuevos fármacos utilizados en esta estrategia está el volasertib, un inhibidor de la proteína Plk1, que ha mostrado resultados muy prometedores en la leucemia mieloide aguda y recientemente ha sido reconocido como una «terapia innovadora» por la FDA por su eficacia contra este tipo de tumor en ensayos clínicos.

La proteína Plk1 se caracterizó inicialmente como una herramienta que controla cómo se multiplican las células, un nuevo objetivo terapéutico interesante para frenar el crecimiento del tumor. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Nature Medicine por investigadores del Centro Nacional de Investigación del Cáncer (CNIO) sugiere que el uso prolongado de estos inhibidores no sólo puede conducir a problemas de hipertensión, sino también a la ruptura de los vasos sanguíneos y graves problemas cardiovasculares.

«Uno de los problemas que encontramos al probar nuevos fármacos en pacientes – explica Marcos Malumbres, uno de los autores, en un comunicado – es que sabemos muy poco sobre la función real de la proteína a la que están dirigidos y las sorpresas no son buenas para el desarrollo clínico de estos fármacos. Muchas de las proteínas probadas en ensayos clínicos han sido estudiadas principalmente en organismos como levaduras o moscas o en células humanas en cultivos, sin embargo, estos estudios no llegan lo suficientemente lejos para identificar la relevancia que puede tener sobre un órgano dado”.

Para estudiar la función de Plk1, los investigadores generaron una cepa de ratón con niveles disminuidos de esta proteína. «La mitad de los ratones empezaron a morir de hemorragias torácicas por ruptura de arterias – añade Guillermo de Cárcer, coautor del estudio –. Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que los machos murieron durante la primera noche que pasaron con las hembras en el mismo recinto, una de las situaciones que causa el mayor aumento de la presión arterial en los varones jóvenes”.
Los problemas cardiovasculares y el cáncer son las principales causas de mortalidad en las sociedades avanzadas. La participación de Plk1 en el control de ambos procesos tendrá un gran impacto en los desarrollos biomédicos futuros. “Nuestros datos no van en contra del uso de los inhibidores de Plk1 en los tratamientos clínicos – concluye Malumbres –. Desafortunadamente, todos los fármacos tienen algún tipo de efecto secundario.El problema no es ser conscientes de ellos.Tenemos que estudiar muy bien las funciones biológicas de una proteína y hacerlo en modelos adecuados, antes de llevarla a las persona. Es la única manera en la que se puede utilizar correctamente”.

Juan Scaliter