Durante 4 años, un equipo de científicos, liderados por Alice Baniel, observó los hábitos de apareamiento de los babuinos salvajes. Las conclusiones, publicadas en Current Biology, es que los machos de esta especie a menudo utilizan la intimidación sexual para controlar a las hembras. Esta estrategia de apareamiento, según los autores, tiene una larga historia en primates, incluyendo humanos, y puede estar extendida a través de mamíferos sociales, especialmente en los casos en los que los machos de una especie son más grandes que las hembras.

«Este estudio – señala Baniel en un comunicado – se suma a la creciente evidencia de que los primates promiscuos usan tácticas coercitivas para restringir las decisiones de apareamiento femenino, cuestionando así la extensión de la libertad sexual dejada para las mujeres en esas sociedades y sugiriendo que la intimidación sexual tiene una larga historia evolutiva”.
El equipo de Baniel sintió curiosidad por el comportamiento violento y la intimidación sexual en los babuinos que viven en Namibia, en parte debido a que hasta ese momento no se habían detectado muchos casos de machos forzando a una hembra a aparearse. Los autores especularon que podía existir una violencia que fuera menos obvia.

“Mientras observaba la conducta social de estos animales – añade Baniel –, me di cuenta que los machos a menudo realizaban ataques o persecuciones a hembras en celo, sin que exista una provocación previa. Al mismo tiempo creaban un fuerte vínculo social con las hembras que comenzaban su ovulación, algo que duraba desde el principio al final del ciclo”. Los expertos se preguntaron si de alguna manera este comportamiento les permitiría obtener ventajas a la hora del apareamiento. Los resultados finales mostraron que las hembras fértiles sufrían más agresiones de los machos que aquellas que estaban embarazadas o con crías aún lactantes. De hecho, la agresión masculina resultó ser una de las mayores causas de lesiones en hembras fértiles. Así, los machos más agresivos hacia ciertas hembras, aumentaba sus probabilidades de apareamiento cuando estas se acercaban al momento de su ovulación.

Juan Scaliter