Los primeros fósiles se descubrieron en la décadas de los 1880. Por entonces se pensó que se trataba de un solo animal. Pero gracias a nuevas técnicas y otros hallazgos, los huesos pudieron compararse y se descubrió que se trata de cinco especies diferentes de aves, entre ellas un pavo gigante, de más de 1,3 metros de altura y que era capaz de volar.
Estos megápodos vivieron durante el Pleistoceno, entre 1.6 millones y 10.000 años atrás, junto a otros animales australianos gigantes como diprotodonos, leones marsupiales y canguros.
«Estos descubrimientos – señala Elen Shute, una de las responsables del hallazgo en un comunicado – son bastante notables porque nos dicen que más de la mitad de los megápodos de Australia se extinguieron durante el Pleistoceno, y ni siquiera nos dimos cuenta hasta ahora. Para este estudio, comparamos los fósiles descritos en las décadas de 1880 y 1970 con especímenes descubiertos recientemente y las diferencias entre las especies se hicieron realmente claras».
A diferencia de muchas grandes aves extintas, como los dodos, estos megápodos sí podían volar. Así lo demuestran, sus largos y fuertes huesos de las alas. Algunos de los fósiles se hallaron en las cuevas Thylacoleo, a unos 1.000 kilómetros de la ciudad de Adelaida (Australia).
“Hasta ahora – concluye Gavin Prideaux, coautor del estudio publicado en Royal Society Open Science –, las Cuevas de Thylacoleo han producido siete nuevas especies de canguro, una rana, dos cucos gigantes y ahora dos nuevos megápodos. Cuanto más nos miramos, más seguimos descubriendo”.

Juan Scaliter