Egipto es sin duda un lugar muy prometedor para el estudio de las poblaciones antiguas. Tiene una historia rica y bien documentada y una ubicación geográfica con notables interacciones con poblaciones de áreas circundantes, tanto de África, Asia y Europa, que la convierten en una región dinámica.
Sin embargo, los estudios genéticos de momias egipcias antiguas son raros debido a problemas metodológicos y de contaminación. “La preservación potencial del ADN tiene que ser considerada con escepticismo – señala Johannes Krause, director del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y uno de los principales autores de un reciente estudio publicado en Nature –. El clima egipcio, los altos niveles de humedad en muchas tumbas y algunos de los químicos utilizados en las técnicas de momificación, contribuyen a la degradación del ADN y se cree que hacen que su supervivencia a largo plazo en momias egipcias sea poco probable”.

Pero el equipo de Krausse logró recuperar y analizar con éxito el ADN de momias egipcias que datan de aproximadamente del 1400 a.d.C. al año 400, incluyendo los primeros datos nucleares del genoma de tres individuos, lo que por primera vez permite establecer a las momias egipcias como una fuente fiable de material genético para estudiar el pasado.

El equipo examinó la diferenciación genética y la continuidad de la población durante dicho período y comparó estos resultados con las poblaciones modernas. Las muestras se tomaron de 151 individuos momificados del sitio arqueológico de Abusir el-Malek, al sur de El Cairo. En total, los autores recuperaron los genomas mitocondriales de 90 individuos, y los conjuntos de datos del genoma de tres individuos. El equipo quería determinar si las poblaciones ancestrales investigadas se vieron afectadas a nivel genético por la conquista y dominación durante el período estudiado y compararon estas poblaciones con los egipcios modernos. “Queríamos probar si la conquista de Alejandro Magno y otras potencias extranjeras habían dejado una huella genética en la población egipcia antigua”, añade Verena Schuenemann, coautora del estudio.

Los resultados mostraron que los antiguos egipcios estaban más estrechamente relacionados con las antiguos habitantes del Levante y con las poblaciones neolíticas de la Península de Anatolia y Europa. “La genética de la comunidad de Abusir el-Malek no sufrió ningún cambio importante durante los 1.300 años que estudiamos – concluye otro de los investigadores, Wolfgang Haak –, lo que sugiere que la población apenas si resultó afectada por la conquista y el dominio extranjero”.
Este estudio contrarresta el escepticismo previo sobre la posibilidad de recuperar ADN confiable de momias egipcias. A pesar de los posibles problemas de degradación y contaminación causados por el clima y los métodos de momificación, los autores fueron capaces de secuenciar el ADN, manteniendo la fiabilidad de los datos.

Juan Scaliter