La muerte es un proceso, y no solo mental. También es un camino biológico. “Eso lo sabe cualquier biólogo”, ha asegurado el ingeniero y gerontólogo Aubrey de Grey a Quo, medio oficial del I Congreso Internacional de Longevidad y Criopreservación, organizado por la Fundación VidaPlus. Uno deja este mundo poco a poco, según las células de su cuerpo van mundo y el daño se acumula. Lo que significa que, si se detiene el proceso cuando uno está “ligeramente muerto”, podría ser posible volver a la vida.

Es la idea que mueve a las empresas que se dedica a la criopreservación, una de las técnicas más controvertidas del evento y que se ha presentado como una manera de esperar a que la ciencia alcance la solución adecuada para cada paciente.

“La única razón por la que tenemos esta loca, e incorrecta, idea de la muerte como algo instantáneo es que es psicológicamente más fácil; no nos gusta pensar sobre las personas en términos depuede que estén vivas o puede que no, pero es una realidad”, ha argumentado. Y sí, la biología nos dice que la muerte es un proceso gradual, pero las dificultades para que sea efectiva son escasas con el estado del arte actual, como ha reconocido el copresidente del congreso, Javier Cabo.

Pero ni siquiera los defensores de la criopreservación quieren pasar ese trance. La mayoría apuesta por el desarrollo científico y tecnológico que permita frenar el proceso de envejecimiento y, eventualmente, revertirlo.

“Puedes tener un coche que dure cien años aunque fuera diseñado para hacerlo diez. Dura más a consecuencia de una prevención preventiva completa. Esto demuestra que el mantenimiento funciona y que deberá funcionar, y que eventualmente funcionará para organismos vivientes como tú y yo”, ha opinado De Grey.

El taller para humanos no tendría demasiadas herramientas: inyecciones, alguna pastilla, quizá, y, puntualmente, algo de cirugía. “No sería muy distinto a un hospital”, ha descrito De Grey. Según él, hay que entender que el envejecimiento no es un fenómeno físico y no biológico: “Cualquier máquina con partes móviles va a dañarse a ella misma como resultado de su operación normal, no importa si la máquina está viva o no”.

O sea, que podríamos vivir indefinidamente gracias a los avances de la ciencia. Es más, según sus cálculos, hay un 50 por ciento de probabilidades de que el progreso comience a dar sus frutos en los próximos 20 años. Aunque para ello habría que encontrar una solución “al problema más difícil a la hora de solucionar el envejecimiento”, que es el cáncer.

“El cáncer tiene la selección natural de su lado”, ha resumidode De Grey. Y ha añadido: “Tenemos que tratar de ser aún más inteligentes o desarrollar una terapia que sea tan buena que aunque el cáncer tenga un billón de células tratando de dilucidar cómo sobrevivir y crecer, ninguna pueda mutar de forma que funcione”.

No cabe duda de que innumerables centros de investigación de todo el mundo estarían felices de saber que pueden dedicar sus esfuerzos a curar otras enfermedades, pero quizá lo mejor sea que no dejen de trabajar, no sea que la cara de la moneda caiga por la parte en la que la enfermedad no tiene cura.

Andrés Masa Negreira