Carl Sagan estuvo dos décadas intentando resolver el misterio. Infructuosamente, por desgracia. Pero ahora, el Observatorio de Clima del Espacio Profundo (DSCOVR, por sus siglas en inglés) parece haber resuelto el complejo acertijo. En poco más de un año (desde junio de 2015 a agosto de 2016) registraron un total de 866 destellos que parecían proceder de nuestro planeta y que tanto intrigaban a Sagan.

Según Alexander Marshak, el primer científico que vio los flashes, «está muy claro que la fuente de los destellos no se encuentra en tierra», sino que procede de los océanos. Y no precisamente de su superficie, sino desde una altura mucho más elevada. Concretamente, en los cirrus que hay sobre el agua, una clase de nubes compuestas por cristales de hielo y características por sus bandas delgadas y finas acompañadas de copetes. Se encuentran ubicadas a entre cinco y ocho kilómetros de altitud y sus partículas de hielo reflejan la luz del Sol formando el bonito espectáculo.

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Fuente: sciencealert.com

Rafael Mingorance