Twila Moon comenzó a sentirse atraída por los glaciares cuando era apenas una estudiante de ciencias geológicas y ambientales en la Universidad de Stanford y pasó un semestre en Nepal. “Por primera vez vi un gran glaciar que fluía a través del Himalaya – afirma en un artículo publicado en Science –, y pensé que era lo más genial que había visto. Al haber estudiado geología, el movimiento y el sonido del hielo, me hicieron sentir que estaba vivo”.

Desde aquellos tiempos ha pasado poco más de una década. Moon, ahora de 35 años, ha recorrido Groenlandia, Alaska, Noruega, ha impartido conferencias en todo el mundo y publicado más de medio centenar de artículos científicos.Pero fue el cambio climático lo que puso en boca de expertos su trabajo. Por ello, cuando Science le pidió que escribiera un artículo sobre el futuro de los glaciares, la solicitud fue recibida con un sabor agridulce. Por un lado era un reconocimiento profesional de gran valor, pero por otro, se trataba de relatar unos hechos que a esta experta le producen cierto temor.

Moon describe, en su trabajo, las muchas formas en que los investigadores estudian la dinámica de los glaciares, desde mediciones in situ en el hielo hasta campañas de monitoreo por satélite o simulaciones. Y también las tendencias preocupantes: la proyección de que Suiza perderá más de la mitad de sus glaciaresen los próximos 25 años; habrá una retirada sustancial de los glaciares de la Antártida, la Patagonia, el Himalaya, Groenlandia y el Ártico.
“Los glaciares de todo el mundo están desapareciendo ante nuestros ojos, y las implicaciones para los seres humanos son preocupantes – escribe Moon –. El derretimiento del hielo glacial contribuye al aumento del nivel del mar, algo que amenaza con desplazar a millones de personas y es algo que ocurrirá a lo largo de la vida de quienes hoy sin niños. Los glaciares también sirven como fuente de agua fresca a comunidades de todo el mundo, son parte integrante de los sistemas climáticos del planeta”.

Juan Scaliter